La Montaña del Kaf
Finalista XXVI Premio Mundial «Fernando Rielo» de Poesía Mística
PARTE PRIMERA: PALENQUE
PARTE SEGUNDA: MAZUNTE
PARTE TERCERA: WIRIKUTA
Los primeros días de Caín y Caín
PARTE CUARTA: AÚN EN WIRIKUTA
PARTE QUINTA: SAN JUAN DEL RÍO
PARTE SEXTA: CHACAHUA
PARTE SÉPTIMA: TULUM
Tsikbal Ch´íich´ (la conferencia de los pájaros)
Iyari waneika (sólo del corazón surgen las cosas hermosas)
PARTE OCTAVA: EUROPA
a Iyari, que hizo su nido
en mi espantapájaros
«Asistimos aquí a un sutil análisis de la condición poética:
fascinada por las imágenes, por un lado,
en busca de la verdad, por otro. ¿O quizá a la vez?
En efecto, es la simultaneidad de los dos movimientos
la que asegura la verdadera salida del engaño narcisista:
no se trata de ofuscarse ante las imágenes
en nombre de una visión inmediata de la verdad,
sino de reconocerlas como tales, como reflejos de una aventura espiritual,
hecha de reflexiones ascendentes, que las supera».
(Julia Kristeva)
Primera parte:
PALENQUE
Tarot, Cábala, Astrología, Alquimia
cuatro ramas de la misma ciencia
que encontró esas formas de expresarse
como cuatro brazos del delta del Nilo
para desembocar en un mar abierto
al único océano del planeta
y así, en la sal, poder conservarse.
Los cuatro brazos describen, a cuatro manos
el proceso de iniciación:
la terrible lucha que el adepto debe sostener
contra su propia debilidad, orgullo
escepticismo, sentimiento de soledad...
Años y años de experimentos en laboratorios
de observación de los cielos
en las noches frías de los desiertos
tuvieron que pasar
para que no olvide el adepto
su origen divino
ni la posibilidad oculta
de transmutar tal origen en destino.
Ese adepto
somos todos nosotros.
Llega prueba tras prueba...
De acuerdo al desenvolvimiento en ellas
o vaya uno a saber por qué
aumenta o disminuye el grado de gozo
y dificultad
contenido en la prueba siguiente.
Finalmente, un día,
la iniciación ocurre.
El Universo entreabre sus ventanas
y nos considera dignos de confianza
puesto que también
hemos confiado en él.
Nos sentamos en el umbral
de algo muy grande y muy bello
grande como el Cosmos
bello como la Creación.
Tomamos valor, algo de pureza
y nos asomamos...
Ningún dios celoso nos fulmina.
A partir de entonces
el viaje a través de tierras y cielos
quiere volverse cada vez más consciente
a costa de todo.
Hay unos dedos de mujer en la Patria
tejiendo cada día
destejiendo cada noche
la trama de nuestras jornadas.
Nos vamos ovillando hacia allí.
Nuestra historia actual
es la más bella historia narrada por las musas
a un poeta ciego
treinta siglos atrás
la epopeya de la desembocadura
de un corazón cualquiera
en el mar infinito.
Desde una roca una sirena nos jala
cantando su melodía.
No nos tapamos los oídos ni nada.
Vamos.
Cuando nos conocemos con otra alma en viaje
enredamos un rato los cuerpos
y luego los desenredamos.
Si amamos o no lo hacemos
no nos enteramos...
Todo lo vivimos semi-conscientes;
somos hojas a merced del viento
de los humores propios y ajenos.
Al abrirse el centro del corazón, por fin
recibimos impresiones nítidas
en forma de sensaciones.
Somos aún hojas de aquí para allá
pero ahora comprendemos que hay magia en el viento
y disfrutamos de sus remolinos
y calmas aparentes.
Una melodía de flautas llena la noche
y agita a las cobras en sus canastas.
Nos enredamos y nos desenredamos
pero a veces algo no se desenreda...
Hemos de pagar caro el rescate
por el corazón enredado.
Para ello:
vivir conscientemente, corporalmente
el juego de dos almas
con quien lo tiene cautivo
liberarse
contemplar el fruto del amor en las estrellas
y reemprender el camino hacia Ítaca.
Por un ínfimo fragmento de eternidad
los telones caen
contemplamos la Gran Obra
de todos los seres convergiendo.
Sólo luz, y nada más que luz.
Cerramos los ojos pero la luz sigue sucediendo...
hasta que se nos agota la luminosidad interna
imprescindible
para asimilar toda junta
la maravilla de la Creación.
En la superficie queda la imagen
dando sus últimos coletazos
luchando y actuando hasta que cada vez
tiene menos texto en el libreto...
es sólo la piel de la semilla
y en el interior
ya está despierto el ser verdadero.
La atracción del sol lo saca a la luz
y comienza débilmente a manifestarse.
La imagen cae
y surge otra nueva, y otra...
En el acto mismo de mirarlas a los ojos
las imágenes se congelan
y caen dentro de la nada
con el ruido de un glaciar al desgarrarse.
A la luz las ilusiones
se derriten como al calor del Sol.
Aún no nos hemos integrado al Todo
pero ya caminamos sobre la tierra.
Somos anfibios despidiéndonos
de nuestras patas de rana
como buzos que renuncian a su empleo.
Aquí el sol golpea más fuerte.
Increíblemente
conseguimos respirar
sin ahogarnos ni coletear.
Bebemos agua limpia del arroyo
cortamos leña
nos hechizamos ante el fuego
sentimos por primera vez
el aire fresco de las colinas.
El corazón tiene memoria
y un presente
que consiste en sentir
decir
y seguir su propia verdad.
Ésta es nuestra verdad de hoy:
vislumbrar la serenidad proveniente
de una gran aceptación
del Universo entero
como único objeto de amor
y seguir adelante con la prudencia
de un tiburón
que ya olió la sangre.
Llevar la energía del inconsciente a la conciencia
Para ello: manifestar lo inconsciente.
Es un viaje de reencuentro.
No tenemos nada que perder
más que a nosotros mismos.
Siento una creciente felicidad
en este viaje de retorno al origen
pero sé que no tendré paz completa
hasta que el ave de la conciencia que me guía
llegue a la totalidad de sí misma.
En Palenque, segundos antes de la despedida
abandono la mente
y la micro-sociedad en las que vivo
para darme un chapuzón
de cuerpo entero
en la magia de la naturaleza.
Escucho todo:
los pájaros, los changos, todo.
Es una mañana nublada
donde los verdes son más verdes
y los morados más morados.
Siento como el viento pasea por el lugar
y acaricia a esta piel.
Un pájaro de pecho amarillo me canta:
«Bienvenido a la realidad, Pelícano…
Bienvenido a la realidad.
Por nada del mundo
vuelvas la vista atrás...».
Descubro que el pájaro lleva cantando
la misma canción
desde el comienzo del mundo.
Se apodera entonces de mí
una soberbia carcajada.
Parte segunda:
MAZUNTE
Contemplo al Simurg.
Soy Pelícano.
Según la lista ya llegamos catorce.
Primero los tres grandes señores:
Cisne, Águila y Gallo.
Luego Cuervo
el príncipe oscuro.
Horas más tarde Paloma
y Lechuza la noche de la misma jornada.
Durante el día siguiente vamos fichando
desde la madrugada en este orden:
Pavo Real, Cigüeña, Avestruz, Buitre,
Golondrina, Grulla, Pelícano y Ganso.
¿Cuál de los doce que me precedieron
eres tú, ave oscura como la región del Yin
con quien me une un lazo invisible?
Gallo anuncia los nombres
de quienes ahora llegan volando al alcázar
edificado en el Kaf:
«Halcón, Pájaro Carpintero, Garza...»
Al final de la tarde arriba el héroe y guía Abubilla.
Lo escoltan Ibis, Cuco, Perdiz y Faisán.
Percibo que todos somos el Simurg
y que el Simurg
es cada uno de nosotros…
y todo lo que hay.
Simurg es el remoto rey de los pájaros.
Su propio nombre quiere decir
“treinta pájaros”.
Mientras esperamos a los ocho restantes
llegar ya purificados
por sus trabajos internos
conservamos aún nuestra individualidad
de ser Pelícano y de ser Lechuza.
Más de cuatro seres multidimensionales
decidimos entonces
quedarnos a vivir en el mundo de los pájaros
sin medir las consecuencias.
Para ser concientes de nuestro origen
nos rebautizamos
con el nombre de la divinidad
que desde antaño encarnamos
y que emplumamos recientemente
desde el arribo a las alturas del Kaf.
Uniendo mi ruta aérea con Lechuza
en vez de hacerlo con Gaviota
como había imaginado
dejo de buscar mi plenitud como Hermafrodita
y lo hago como el Hermatenea de los gnósticos.
Altivos, nos vamos pero regresamos
de un lugar donde vivimos los últimos días
en el éxtasis del reencuentro.
Lo que iba a ser una tranquila canalización
a los seres de la tierra con alas en el cuerpo de luz
se convierte en un fuerte abrazo de despedida
pues ya no creo que volvamos a encontrarnos
con quienes permanezcan permanentemente allí.
Éste es un llamado a los que hoy
se sienten más débiles o confundidos:
«Hay que juntar fuerzas e intentarlo:
fragmentos nuestros nos están esperando
para ser todos juntos Dios».
En alguna parte de esta historia
se me perdió la primitiva palabra “yo”
y lo experimentado antaño
como una personalidad mía
para mí mismo, y para nadie más...
es un destello de suave y compartida individualidad.
En el mundo de los pájaros
ser un individuo se vive placenteramente.
La sensación habitual
es la de una segura inteligencia
en el amar y el ser amados
en redimirlo todo a picotazos
en el vuelo de bandada
y en la pesca de media altura.
Soy un pelícano que aparece
en las mañanas y en las tardes sobre el océano
sintiendo al universo entero...
jugando en el mar,
y en sus ojos de mar.
Dicen los barqueros
que cada ser es una isla
pues aún no aprenden a volar
de una isla a la otra
con las alas desplegadas de los ojos.
Sólo se precisan dos instrumentos humanos
deseosos de enlazar sus experiencias
y recién entonces, enfocando bien
sucede el acto mágico del mirarse.
Varios pájaros echábamos la hueva
y cotorreábamos en círculo
después de la extenuante travesía a la inmanencia
de la divinidad Simurg.
Uno mismo hacía un buen rato
miraba todo sin ver nada
y por un instante de soberbia
casi se desbarranca contra unas rocas
presumiendo de sus dotes de adivino.
Lechuza, que estaba atenta
esperó hasta que nuestros mundos
volvieran a unirse a través de las pupilas
y recién entonces se retiró a dormir.
Gracias, Lechuza.
Mientras aguardamos el arribo
del resto de los pájaros con demora
para intentar juntos la hazaña
el Simurg nos reúne a todos
en la montaña sagrada y circular del Kaf:
«Antes que nada os cuento
que he de minimizarles esta energía
que habéis estado acumulando
puesto que no ha resultado suficiente
para atraer al número
de tripulantes requerido.
Os dejo la plena conciencia
de lo que habéis experimentado.
Si consiguierais regresar aquí,
amados míos
la próxima vez será al revés:
llegaréis atraídos como por un imán
me entregaréis vuestras experiencias
y podréis retener vuestras energías.
Entonces, seréis libres.
Un último consejo: amad a vuestro prójimo
y a través suyo a todo lo que hay
pues el todo incluye a vosotros mismos...
Trabajad en parejas, reforzad vuestro silencio
y así siempre sabréis que estáis de viaje».
Mi antigua compañera Gaviota
recién llegada al Simurg
pregunta cómo nos reconoceremos entre nosotros
cuando andemos medio perdidos.
El rey de los pájaros calla
con todo el peso de su silencio
y finalmente responde
con voz de dulce trueno:
«Cuando contéis con la energía suficiente
os reconoceréis sin ninguna duda».
Una intuición terrible
precede a una sensación
de derroche y debilidad.
Intento batir mis alas
y me pesan como si fueran brazos.
Me siento un recién nacido
y la última escena que contemplo
es la del Simurg
empollando en el desierto
mi propio cascarón.
Parte tercera:
WIRIKUTA
En la tierra santa de Wirikuta
despierto de pronto con la mente en blanco.
Pasaron siglos
desde mi último pensamiento.
No recuerdo nada
pero empiezo rápido a recordar...
Aquí la luna es una lámina
redonda de plata
y las soldaduras que chispean
durante la fundición
se esparcen por los cielos
hasta que los astrónomos las unen
a través de líneas que organizan
en la bóveda celeste.
Vivo en un pueblo pequeño del desierto
exactamente
con la mujer con la que deseo vivir
por lo que supongo que debo haber sido
una persona afortunada.
Ella me mira y me asalta el recuerdo
de unos ojos de lechuza
tejiendo un puente entre los dos.
Entre ella ¿y quién?
Los primeros días de Caín y Caín
Hay que tener los tres ojos bien abiertos:
mi conciencia, mi ojo, tu ojo.
Un hombre con nariz de halcón me mira.
No lo he visto nunca antes
pero su mirada me evoca un nombre.
Le pregunto:
«¿Usted se llama Horus?».
«No, Horacio.
Y tú: ¿no te llamarás Hermes?».
«No. Hermindo».
«Vaya... creí que te llamarías así».
«Yo también creí, disculpe.
Me gustaría sentarme
y conversar con usted
pero la verdad es que ando muy apurado.
Me tengo que ir volando...».
Así es.
Tengo suma urgencia por saber quién soy
y por qué estoy aquí.
Escuché hablar de hombres antiguos
que han encontrado en los desiertos
una conexión
que siento haber perdido recientemente
y no sé cómo recuperar.
Saldré sólo
bien temprano por la mañana
siguiente a este eclipse total de luna.
En Tanque Nuevo
el abuelo híkulli me muestra
que la puerta de entrada
a la cuarta dimensión
es el amor
que antes de mi caída
ya conocía todo lo cognoscible
menos el amor auténtico
que sólo me queda repetirme hasta el hartazgo
o hacer un último esfuerzo por innovar.
Escucho el tintinear de cascabeles.
Pasan decenas de chivas
cuatro o cinco perros guardianes
y por último, el chivero.
Tras su piel curtida
reconozco los ojos de Horacio.
«Ayer en el pueblo
me olvidé de preguntarle:
¿cómo hace uno para experimentar
cada vez más y más amor en su vida?».
Horacio me mira con su ojo derecho de halcón:
«Me acabo de despertar
de un largo sueño
y sólo sé que necesito
pasar cada vez más tiempo en soledad
solito con la naturaleza.
Cuanto más inmerso estoy en ella
más amor experimento...
y tú también, Hermindo, llegaste aquí
para encontrarte contigo mismo
y no con Palas Atenea...
No deberías tratar de convencerla
para que siga tu propio camino
aunque parezca más venturoso que el suyo.
Somos humanos
pero paralelamente
también somos pájaros
y vosotros dos tenéis
costumbres migratorias disímiles».
«Su nombre –—alcanzo a decir
es Paula Aitana».
Poco a poco todo va cayendo a mis pies
como las ropas de una amante.
Me voy quedando sin ambiciones, exigencias
ni expectativas de ningún tipo.
Todo lo que surge de mi mente
es rápidamente identificado y desechado
pero el último embate
resulta más difícil de contener.
No lo comanda la mente
sino la auténtica emoción
ese mamífero salvaje
sobre el que me quisiera montar
para barrer a un ejército entero con mi furia.
El ser verdadero vigila en silencio
desde su fortaleza de silencio
hasta que por fin
el animal sale suelto a correr
y aullar de noche con los otros coyotes
tristes de separaciones.
Comienzo a sentir más y más profundo.
Al final lo descubro:
ahí adentro hay algo que aún acecha.
Es el deseo.
A la distancia parece turbio y disperso
pero a medida que encarna
más conscientemente en mí
lo asumo como un deseo intenso
concentrado exclusivamente en Aitana
en su cuerpo y en su aliento.
De golpe, como todo deseo
ya cristalizado interiormente
asume las propiedades del imán.
Parte cuarta:
AÚN EN WIRIKUTA
Aitana llega al oscurecer
caminando a través del desierto
en paralelo al psico-trópico de cáncer
con el sol muriendo a sus espaldas.
Encendemos juntos el fuego. Comemos
papas a las brasas, pan con guacamole, chocolate.
Durante la noche se nubla y se despeja
varias veces, al ritmo de sus sombras y sus luces interiores.
Al mediodía siguiente le digo
quién es ella para mí.
Aitana me escucha en silencio
mirando a los ojos. Es un alma orgullosa.
Observo directamente a su corazón
y veo que tiene muchos colores...
Cuando está ahí
en el centro de su esternón
el sentimiento fluye a borbotones
el pan siempre huele a pan
y los jitomates son de color rojo.
Cuando cae en el plexo solar
se enreda con palabras
me supone en un plano emocional
y se pierde en cielos nublados.
A mí no me importa lo que dice:
sólo reflejo su arco iris interno
y sea que aparezca la bella durmiente
o la muchísimo más bella despierta
la amo, porque gracias a ella
experimento esta etapa de mi evolución
hacia el ser natural que soy.
Sello su anuncio de partir
a otro continente
con un torniquete de aceptación
y la fuga de energía se detiene.
Nos abrazamos fuerte en el desierto.
Mi alma registra y graba
un color único en su sentir
que reconocerá bajo cualquier forma
en cualquier punto del Universo
donde vuelva a aparecer.
Recupero inmediatamente el sentido del humor
y experimento libertad.
Un aire recorre la zona
y ahora son mis pasiones
las que cubren el cielo de nubes negras.
La tempestad se desencadena
con tambores de truenos y fuegos artificiales.
Al amanecer está despejado
y ya olvidé lo que vine a pedir a Wirikuta,
ukai manakatei
tierra de las lágrimas
de modo que nunca sabré
si lo que está sucediendo es consecuencia
de mi deseo
o del capricho de otro dios.
Penetro en su mundo de penumbras
para dejar de ser dogmático al respecto:
cada quien tiene derecho a amar o a dejar de hacerlo
toda vez que le dé la gana.
En este juego de luces y sombras comienzo a recordar:
era un pájaro que quería participar de Dios
y a último momento no soportó tanta energía...
Aitana también participó de esa epopeya:
era una lechuza.
Frida también, fue la gaviota
que arribó en el instante previo a la caída.
Ahora Lechuza se va volando a sus ruinas... y su sombra
refleja mi propia sombra proyectada hacia el Simurg.
Elevo mi mirada, y por primera vez le hablo:
«Cada quien tiene derecho a dejarse llevar
por su propio camino al despertar...
o bien demorarse en el poder,
la estrategia o los tesoros de la tierra
tanto tiempo como lo desee».
El Simurg calla,
mas Abubilla responde irónicamente:
«Un sabio moderno
lo llamaría libre albedrío.
Un sabio antiguo...
poca fuerza de voluntad».
No tengo nada de que excusarme:
el karma ancestral del bisabuelo
no fue compartir la manzana y sus semillas
con su segunda compañera
sino negar su propia responsabilidad
y culpar a su amada
ante un dios desconocido.
Así nos hemos plantado los hombres
frente a los señores de los cielos
en estas tierras baldías de desolación:
me pongo pues del lado de Lechuza
e ignoro hasta nuevo aviso al Simurg.
Si alguna vez fui consciente
de ser parte suya
—o si alguna vez volveré a serlo—
no es mi asunto de hoy.
Hay un solo tiempo verbal: el presente.
Todo lo demás es pensamiento
u otras moscas pegajosas.
Desde Palenque llega en tren un tren-taller.
Se detiene en el pueblo de Wadley.
Aquí pasa y pasa el tren...
esto me recuerda estar de taller toda la vida
es la única forma de permanecer siempre presente.
Si el Edén era la no conciencia de ser
he de vivir mi caída
con la mayor conciencia posible.
Prefiero lo que sea que haya de nuevo
que no un paraíso perdido.
Me centro en el aquí y el ahora expandidos.
Cruzo un patio a oscuras.
Meo.
Miro al firmamento.
Enciendo un cigarro.
Escribo.
Pasa un tren.
Parte quinta:
SAN JUAN DEL RÍO
Viajo por un psicoanálisis ultra antiguo:
cada vez que algo aparece en la mente
me deshago inmediatamente
de la mente
cada vez que me abruma una emoción
me libero de plano
del plano emocional.
Pienso mucho en Iyari
la memoria del corazón
en cómo mientras se desenreda
se golpea y golpea en las paredes
pienso tanto en mis vivencias más recientes
que vivo un día demente:
llego a la desesperación a las tres de la tarde
a las cinco y cuarto desecho todas las experiencias
y desciende sobre mí
la calma más inmensa.
Le digo al Simurg:
«Desecho la experiencia aunque esté chida
ya que cada vez se va poniendo más y más gacho
«Gracias —me responde el Simurg
y pronto descubro que no estoy solo.
Necesitaba de vuestras experiencias
ya que no tengo más sexo, ojos
ni corazones que los vuestros.
Un día saldréis corriendo ya sin tropezar más.
Entonces, estaréis piloteando
una nave espacial».
Nuestro destino está en las estrellas
en alguna de las galaxias del firmamento.
El humano dejó de ser mono
cuando empezó a mirar al Cielo
y a prestarle atención a la serpiente del Edén.
Dejará de ser humano, y mono potencial
cuando llegue a su destino
unificándose en un nivel desconocido.
Sólo depende de nosotros:
tenemos que aprender a mirar adentro
conectarnos con otros ojos afuera
utilizar el corazón como telescopio
mover la conciencia desde tu nombre y mi apellido
hacia la comprensión de nuestra parte común
en el juego del Infinito.
En San Juan del Río, armo un puesto en la feria
donde vendo plumas y hojas recicladas.
Enfrente, los chicos ponen monedas
en unas máquinas electrónicas
para luego saltar y bailar encima de ellas.
El puesto vecino lo atiende un hombre
con mirada de cisne
el pastelero, que me pide prestada
una pluma blanca de ala de cisne.
Le digo:
“Algo está dirigiendo
la energía de esos chavos.”
“Sí —me responde— pero algún día
sus conciencias crecerán
más allá de las máquinas
y de la mente que las diseña.
Los mecanismos son cuatro...
y creo que tú ya los conoces:
experimentar amor, conservarlo
comprender la experiencia, desecharla.
Y agrega tras una pausa:
“Un ser que así se expande
reagrupa pronto su energía
en forma natural.”
“Dígame: ¿usted por casualidad
no se llamará Brahma?”.
—le pregunto sin pensarlo.
“No —me dice—. Mi nombre es Abraham.”
Me resbalo un rato del corazón
tambaleo
y un disco ruidoso empieza a girar.
Reconozco que estoy en la mente
pues la repetición la vuelve inconfundible.
La desactivo una vez, otra más, otra...
hasta que un chico se acerca a mi puesto:
“Buenas noches ¿cuánto vale una pluma
que lo que escriba no suene como un tocadiscos
sino como un instrumento musical?”
“Vale demasiado
pero sólo cuesta el pasado
contenido en nuestras mentes”
Acepta el precio y se va con ella...
a medida que empiece a escribir
será tan libre
que no recordará ni cómo se llamaba
antes de renacer con nombre artístico.
Le digo a Abubilla
quien fuera guía de caravanas en Arabia
y ahora guía hacia el Simurg:
“Hay un océano entre quien creo ser
y quien siento amar.
¿Cómo es esto posible?”
“Honestamente
—responde el Coronado—
¿Amas tu permanencia en el tiempo
junto a ella
o más bien tu presente
crudo y desnudo
con cualquier fragmento de Dios
que sea que te salga al cruce?
“Mi decisión está tomada:
estaré siempre donde quiera que suene
el tambor de mi interior”
—es todo lo que atino a decir.
“Corres el riesgo —me advierte él—
de disipar tu energía
magnetizando un deseo
en algún verbo conjugado
y otro deseo anclado en la eternidad.”
El Universo no me da tregua:
refleja mi contradicción
en una galería de espejos de la feria
enviándome una de cal y otra de arena
una de cal y otra de arena...
hasta que de una vez por todas
mi ser integrado
asuma que anhela cal, arena...
o un poco de cada una.
Una niña le dice a Abraham:
"No sé si llevarme el pastel de dátiles
o la torta de castañas
¿me podrías vender los dos?".
"No -responde él-.
Hay un pastel para cada niño.
Si quieres te puedo cortar un trozo
de cada paastel...
pero hay un pastel para cada niño.
Me siento un peregrino,
un explorador de la magia del universo
en las últimas playas de la conciencia.
Cuando me manifiesto como Mago
la creación es algo de lo que soy responsable
un proceso que está sucediendo
en este mismo fragmento de eternidad.
A veces también me manifiesto como Loco
forcejeando para no perderme en el presente
sólo porque una mujer no lo habita conmigo.
Esas jornadas, la orientación en el tiempo
duele como un naranjazo en la nariz
y cuatro calles
son enormes parajes superpoblados
que hay que atravesar.
Me manifiesto de varias formas más.
Alguna que otra vez como Ermitaño
huraño de tanto participar de la naturaleza.
De repente las emanaciones que soy
cobran orden y estructura
pasando de largo en forma de tren-tarot.
El maquinista, un pastóphoro
se asoma por la ventanilla y me grita:
“¿Usted es Loco
que no salta al tren-tarot?”
“Sí, justamente...”
—respondo desde el andén.
“¡¡Salta, Hermes!!”
—me grita más fuerte y ya más lejano.
Y un servidor, que se llamaba Hermindo
salta.
Parte sexta:
CHACAHUA
Aleteo hacia el Simurg.
Recupero el entusiasmo.
Me siento bien prendido.
Disfruto del vuelo
sin tratar de controlar la situación.
Quien le vende su alma
al propio corazón
arde por dentro
como un pajar clausurado
y queda separado del Espíritu
sólo ya por el valle del Vértigo.
“Uuuuuuhhh...” —sopla con fuerza el viento.
Estoy impedido de hacer cualquier elección.
Voy donde tengo que ir
directamente
lo que tardo en llegar.
“¡¡Bruuummmm!!” —un trueno.
Iyari es una bola de fuego en el aire
respira hondo
se inflama más.
La memoria del corazón
se entrelaza a cada instante
con el deseo por el ser amado
igual que las dos hélices del ADN
se entrelazan entre sí.
Mientras vuelo al ras del mar
me identifico con el océano.
Me siento como uno de esos pelícanos café
que andan por el Caribe.
Luego, soy el océano...
la oscuridad acuática
ubicada fuera del tiempo
el negativo de la película que identifico
como luz o existencia consciente.
“Yo jamás hubiese elegido esta situación
—me dice Avestruz—
pero anduve con la cabeza debajo de la tierra
y de repente aparecí aquí
viviendo esto —que, si soy honesta—
debo reconocer que lo deseé toda mi vida”.
“¡¡Qué afortunada, Maat!!
¿Entonces fue ese el período de oscuridad
tras el cual usted como un brote
asomó la cabeza
y vio todo tal cuál es?”.
“Exacto.
Creerse pelotita de golf
ha sido la noche oscura del alma de mi especie.
Ya redimidos
somos dioses de justicia
que jamás ocultamos o disfrazamos la verdad.”
Miro la vegetación y en todas partes
adivino trampas de luz para dos
donde sólo hay duras realidades de oscuridad
para unos y para los otros.
Nada en el mundo puede impedir
la erótica fusión de las dimensiones
porque este mundo es la Tercera Dimensión
el poder
para quien es imposible dimensionar
aquello que lo contiene
igual que un palacio contiene un sótano
en su subsuelo.
Todo es el puro amor
y nada más hay fuera de él.
Alternativamente lo experimento
dejo de hacerlo, vuelvo…
para que ya no me queden dudas
de cuál es mi oasis
y cuál mi espejismo
en este cruce obligatorio y fantasmal del desierto.
Descubro
que cuando no lo experimento
el amor continúa engendrándose.
De la misma forma
en el oasis siguen madurando los higos
las camellas guardan aún la leche en sus ubres
el agua sigue brotando del manantial
y todo esto
en forma independientemente
a la sed del caminante.
Ya devoró a muchísimos compañeros y compañeras
a esta altura de la travesía.
El amor es un cíclope furioso
con un único ojo cegado en el centro.
¿Quién soy frente a él?
Odiseo no mentía:
“Nadie.”
“Tengo una pequeña visión
y me gustaría someterla a Consejo”
—digo a quien quiera escucharlo.
Del fondo de un escarpado cabo de roca
veo aparecer a Águila
el más valiente entre todos los aqueos.
Él solo es todo el Consejo:
“Sin interpretaciones por favor
—me ruega—.
Sólo la visión”.
“Bien... numerosas individualidades
todas muy caras a uno
han reaparecido
con nombres y personalidades modificadas
tras haber atravesado una gran transformación.”
“¿Cuántas veces sucedió?”
—me pregunta Aquiles.
“Entre trece y veinte...
y también siento
que voy cruzando puertas de personalidad
y cerrándolas a mis espaldas
o bien ventanas que antaño abrí sin darme cuenta
activando inconscientemente paisajes
ahora reales.
Me aparezco vivo por doquier
con nombre, apellido e historia personal paralela.
Soy diez años más joven
o seis lunas más anciano
aún no recorrí en ellos caminos
que al final elegí
o bien recorrí en ellos caminos
que al final no elegiré.
Me salen al cruce hijos
con sus madres respectivas
y antiguos compañeros de vuelo
y encarnaciones simultáneas
propias y de otros
que también son parte de mí.”
Aquiles se limpia el pico
y habla con la voz de trueno
de un fractal del Simurg:
“Ya que buscas Consejo
ven conmigo al siguiente valle
pero debes tener presente que el vértigo
que sientes
no lo produce la visión
sino la actuación del corazón.”
Vuelo por Chacahua
de la laguna al mar y del mar a la laguna
entre compadres pelícanos, gaviotas...
y garzas elegantes
como un chino sirviendo el té.
No tengo nada de nada
y con mucho menos me conformo.
Ésta es la habitación más peligrosa
dentro del templo de cada uno:
el paraíso perdido
el epipaleolítico previo a la guerra y la ciudad.
Frida, ese ser mágico y natural
que lo habita conmigo
se desnuda en la playa desierta
se asolea
suelta al aire el pelo largo negro
las olas van y vienen
las horas sólo van.
Nos acompañamos en todo.
Gaviota pertenece tanto
a esta vasta sinfonía universal de luz
emanaciones de luz y almas en vuelo
que uno ha de ser para ella
su parte oscura
su océano de duda…y su tierra.
Busco aquí mi cielo en ella
y siendo al mismo tiempo Cielo
busco mi Tierra del otro lado del mar.
Disfruto de la playa y de Afrodita
de Circe y de su isla
y no por eso olvido que otras corrientes internas
me conducen hacia Ítaca
verdadero rumbo
de mi navegación.
En la entrada al valle del Desapego
sacrifico con dolor contenido
mi pasión por México y por Frida
igual que el Cristo en la cruz
sacrifica su pasión
por Galilea y Magdalena.
Con toda humildad:
mi reino tampoco es de este mundo.
Parte séptima:
TULUM
Tsikbal ch’íich’ (la conferencia de los pájaros)
Poco a poco nos vamos reuniendo
en el acantilado sobre el que no descansa nunca
la vieja ciudadela de Tulum.
En un pico de roca
debaten Pájaro Carpintero
del Medio Oriente
y Gallo
del Oriente Lejano.
Alrededor somos cien pájaros volando.
Las dos aves avatares
conversan sobre Paloma
que acaba de morir en la plaza pública:
“Somos libres, pájaros
—dice Gallo—
podemos ir adonde más lo deseamos
casi sin sortear controles ni burocracias
nos reconocemos más o menos fácil
tanto el viajero como el aldeano
son hospitalarios entre sí...
“Debo decir en relación a la desaparición
de nuestra querida Ishtar:
tenemos que cruzar siete valles
y no terminamos de arribar al cuarto.
Los asuntos públicos, pues
son para el público
—dice Gallo encendiéndose un gallo—
nosotros no estamos interesados en el poder
sino en el amor.
“Si nos enredamos en lo que dejamos atrás
en el poder
caemos luego un escalón más
y entonces nos transformamos en el temor...
y así vuelta a empezar.
“Somos libres, pájaros
y hago uso pues de mi libertad
para pedir que nadie más
se suicide en público
ni siquiera en nombre de la paz.”
Se hace un silencio sepulcral.
Sólo Cuervo
sigue graznando a su antojo.
“No soy de la misma opinión que Gautama
—dice Pájaro Carpintero
mientras pone sobre la mesa un vino
y un par de pescados que trajo para cenar.
Desde este punto de percepción
se comprende y se comprueba
que quienes se pretenden los más poderosos
no lo son siquiera más
que sus propios miedos.
Juguemos con ellos a ver quien sostiene
más misericordiosa e intensa la mirada.
El amor incondicional no encuentra resistencia
ni rivales competentes
en la Tercera Dimensión.
Ya me han crucificado cientos de veces
en los últimos diez mil años
y como podrán ver
sigo volando hacia mi Padre.”
Irónicamente
para perderle el vértigo a una tierra
que creía conocer de memoria
tuve que perderle antes
el vértigo a los cielos
y comprender que si llego a echar raíz
en alguna comarca
siempre contaré con las alas de esta conciencia que viaja.
Me despido pues de la condición plumífera
para asumir mi naturaleza de animal humano
adulto y de sexo masculino
un ser de la tierra para la Tierra
para mi prole potencial y mi compañera
para la humanidad toda
—mi pueblo secreto en el exilio—
y para cualquier hogar del mundo
que sea que me toque habitar.
Iyari waneika (sólo del corazón surgen las cosas hermosas)
Hoy, por primera vez en mucho tiempo
mi corazón no platica conmigo
sobre metafísica o cualquier otro chisme
sino que me revela el nombre ya no secreto
de la mujer-pájaro que aún anhela.
Me dice que cuando quiera puedo abrirme
y sentir fresca su energía
a muchos kilómetros de distancia...
que nuestro próximo encuentro se acerca
como proa del gran barco del misterio.
No le creo nada
pero el corazón es el corazón.
Parte octava:
EUROPA
Cruzo el Atlántico
disfrazado de pasajero
hasta quedar frente a frente
con Aitana.
Duermo en su casa
es digna que entre allí
siento como se hunde en el interior la punta
y con ella el metal del anzuelo
la boca empapada de sangre...
Me sofoca primero la asfixia
y luego la vibración
el alto voltaje que desde el muelle
emiten los pescadores
del río Jordán
que a cada quién más le guste.
Alguien a quien amamos
es un anzuelo para poder experimentar
el amor del Dios interior...
y nada más.
Una vez que lo miramos a los ojos y mordemos
resistiendo la tensión del corazón
como dientes apretados
una fuerza extraordinaria nos jala
fuera de la densidad del agua.
Nos dejamos trasladar
desde nuestro medio habitual
hacia una dimensión desconocida
y así comenzamos a participar
conscientemente
de la trampa de la evolución.
Por nuestros propios medios
podremos convertirnos en reyes y señores
entre los peces
pero nunca lograremos respirar el aire
fuera de las burbujas
ni dejar de ser esclavos del mar.
Un débil hilo de luz rompe la noche.
Regreso al vuelo
limpio mis alas de petróleo
este sargazo en el océano de la modernidad.
Alzo los ojos y cuestiono a todo un continente:
“¿Qué le pasa a Europa
que ya no levanta el mentón con emoción
ni duerme cada noche bajo este hotel de mil estrellas?”
“Si el humano pierde la dimensión del espacio
habrá atribuirle la responsabilidad al tiempo
—me dice el quetzal Quetzalcoatl
antes de regresar a su tierra sagrada de Yucatán.”
A mi alrededor los pájaros se extinguen
y los que quedan
se atrincheran en sus jaulas
consultan las agendas presurosos
presentando sus excusas
de por qué no irán al Simurg.
El pobre Abubilla les habla y habla:
“Los peligros son grandes
y muchos se quedarán en el viaje
okey… ¡¡pero de ahí a perder el avión...!!”
“¿Nuestro avión?
¿a que hora sale?”
—le pregunta el Cuco.
“Cuando tú salgas de tu reloj… cucú”
—responde Abubilla.
Durante varias jornadas
ando con dos ruedas sobre rocas y arenisca
y otras dos sobre el Mediterráneo.
Tengo sueños vívidos
donde inmensas urracas atraviesan el horizonte
y mujeres sin pasado
se desnudan para ser hechas por el amor
y naves más grandes que nuestra imaginación
iluminan la mitad de la bóveda celeste
con un tenue resplandor.
Tomo conciencia de que ya hace varias lunas
que no veo compañeros en el viaje hacia el Simurg.
Subo a la terraza y descubro la razón:
emisarios de Cigüeña llegan desde Paris
anunciando que acaba de renacer Paloma.
En una rápida jornada a vuelo de pájaro
ya estoy en Notre Dame.
Las gaviotas, graznando
llegan por el Sena corriente arriba
en un peregrinaje desde el mar.
De regalo le llevo a Ishtar
una luna de verdad
una lámina redonda de plata
una blanca roca
contra la que no se planean lunáticos
alunizajes
sobre la que no flamean
banderas de la guerra fría
televisadas
Le llevo la mera luna
como quien dice.
Estoy en pleno proceso de adaptación a la Tierra
tropezando aquí y allá
hasta que el viento
cambia de dirección...
y entonces adaptándome al Cielo
la Tierra se adapta por fin a mí.
El ascenso que reemprendo
se retroalimenta a cada aleteo
con el descenso y la inmersión
en las profundidades de los mundos.
Siento que no se trata ya de permanecer
en la Tierra o en el Cielo
sino de transitar libremente ambos niveles...
un doble movimiento gigantesco
para el que no encuentro otro almacén de energía
más que el de permanecer natural.
No hay síntesis posible.
Sólo poesía.
Estamos nuevamente reunidos
en las estibaciones del Kaf
esperando la concordancia armónica
que será esta noche
bajo la lluvia y durante el eclipse.
En esta oportunidad llegamos
veintiocho pájaros
con nombres humanos
que creemos haber comprendido
que no podremos ser
completamente Dios
hasta que no juntemos el número requerido.
Es posible que los dos que falten
sean tú y tu compañera
o compañero
o puede que te atrevas
a realizar la aventura en solitario
compartiendo con todos los demás
tu maestría en el arte de la navegación.
¡¿A qué esperas?!
El Simurg es el único bote salvavidas
que se hunde por falta de peso.
Que las señales del Espíritu te guíen.
¡Qué las fuerzas no te abandonen!
¡¡Qué tu entrada sea triunfal o agonizante
pero que sea antes de que todos los velos caigan!!
¡¡¡Que le entregues al gran pájaro de luz
tu preciosa carga de experiencias
a cambio de la libertad!!!
No es un capricho cualquiera
ni un modo de decir
sino la naturaleza espiritual del Cosmos
que necesita de nuestras comprensiones
para planear nuevas aventuras galácticas.
Subo por las escaleras de caracol
hacia un patio de mi interior
contemplo algunas fotografías del recorrido
hojeo un par de libros antiguos
y levanto la vista hacia el firmamento
mientras una fuerte carga de energía colectiva
empieza a llegar desde los cielos...
Quisiera que nuestra especie se ilumine
y le regale su Iluminación al Universo.