La Montaña del Kaf

Finalista XXVI Premio Mundial «Fernando Rielo» de Poesía Mística

 

PARTE PRIMERA: PALENQUE

Los libros de la evolución

La iniciación

Ítaca

La imagen y la luz

Los anfibios

El despertar

 

PARTE SEGUNDA: MAZUNTE

El Simurg

Hermatenea

La condición plumífera

Los ojos

La caída

 

PARTE TERCERA: WIRIKUTA

Los mitos de la Creación

Los primeros días de Caín y Caín

Rumores vegetales

El deseo desnudo

 

PARTE CUARTA: AÚN EN WIRIKUTA

Arco iris interno

La tempestad

El libre albedrío

El pecado original

Tren-taller

 

PARTE QUINTA: SAN JUAN DEL RÍO

El alimento del Simurg

Profecías

Los samsaras electrónicos

El luthier

Un día en la feria

Tren-tarot

 

PARTE SEXTA: CHACAHUA

El vuelo de Pelícano

Integración de la oscuridad

Oasis y espejismo

Nadie

El Consejo de visión

Imitación de Cristo

 

PARTE SÉPTIMA: TULUM

Tsikbal Ch´íich´ (la conferencia de los pájaros)

La condición humana

Iyari waneika (sólo del corazón surgen las cosas hermosas)

 

PARTE OCTAVA: EUROPA

El anzuelo

Los cielos lombardos

Paloma y la luna

Sólo poesía

La montaña del Kaf

El ser colectivo del Espíritu

 

 

a Iyari, que hizo su nido

en mi espantapájaros

 

 

«Asistimos aquí a un sutil análisis de la condición poética:

fascinada por las imágenes, por un lado,

 en busca de la verdad, por otro. ¿O quizá a la vez?

 En efecto, es la simultaneidad de los dos movimientos

 la que asegura la verdadera salida del engaño narcisista:

 no se trata de ofuscarse ante las imágenes

 en nombre de una visión inmediata de la verdad,

 sino de reconocerlas como tales, como reflejos de una aventura espiritual,

 hecha de reflexiones ascendentes, que las supera».

 

(Julia Kristeva)

 

 

Primera parte:

PALENQUE

 

Los libros de la evolución

 

Tarot, Cábala, Astrología, Alquimia

cuatro ramas de la misma ciencia

que encontró esas formas de expresarse

como cuatro brazos del delta del Nilo

para desembocar en un mar abierto

al único océano del planeta

y así, en la sal, poder conservarse.

 

Los cuatro brazos describen, a cuatro manos

el proceso de iniciación:

la terrible lucha que el adepto debe sostener

contra su propia debilidad, orgullo

escepticismo, sentimiento de soledad...

 

Años y años de experimentos en laboratorios

de observación de los cielos

en las noches frías de los desiertos

tuvieron que pasar

para que no olvide el adepto

su origen divino

ni la posibilidad oculta

de transmutar tal origen en destino.

 

Ese adepto

somos todos nosotros.

 

 

La iniciación

 

Llega prueba tras prueba...

De acuerdo al desenvolvimiento en ellas

o vaya uno a saber por qué

aumenta o disminuye el grado de gozo

y dificultad

contenido en la prueba siguiente.

 

Finalmente, un día,

la iniciación ocurre.

El Universo entreabre sus ventanas

y nos considera dignos de confianza

puesto que también

hemos confiado en él.

 

Nos sentamos en el umbral

de algo muy grande y muy bello

grande como el Cosmos

bello como la Creación.

 

Tomamos valor, algo de pureza

y nos asomamos...

Ningún dios celoso nos fulmina.

 

A partir de entonces

el viaje a través de tierras y cielos

quiere volverse cada vez más consciente

a costa de todo. 

 

 

Ítaca

 

Hay unos dedos de mujer en la Patria

tejiendo cada día

destejiendo cada noche

la trama de nuestras jornadas.

Nos vamos ovillando hacia allí.

 

Nuestra historia actual

es la más bella historia narrada por las musas

a un poeta ciego

treinta siglos atrás

la epopeya de la desembocadura

de un corazón cualquiera

en el mar infinito.

 

Desde una roca una sirena nos jala

cantando su melodía.

No nos tapamos los oídos ni nada.

Vamos.

 

Cuando nos conocemos con otra alma en viaje

enredamos un rato los cuerpos

y luego los desenredamos.

 

Si amamos o no lo hacemos

no nos enteramos...

Todo lo vivimos semi-conscientes;

somos hojas a merced del viento

de los humores propios y ajenos.

 

Al abrirse el centro del corazón, por fin

recibimos impresiones nítidas

en forma de sensaciones.

 

Somos aún hojas de aquí para allá

pero ahora comprendemos que hay magia en el viento

y disfrutamos de sus remolinos

y calmas aparentes.

 

Una melodía de flautas llena la noche

y agita a las cobras en sus canastas.

Nos enredamos y nos desenredamos

pero a veces algo no se desenreda...

 

Hemos de pagar caro el rescate

por el corazón enredado.

 

Para ello:

vivir conscientemente, corporalmente

el juego de dos almas

con quien lo tiene cautivo

liberarse

contemplar el fruto del amor en las estrellas

y reemprender el camino hacia Ítaca.

 

 

La imagen y la luz

 

Por un ínfimo fragmento de eternidad

los telones caen

contemplamos la Gran Obra

de todos los seres convergiendo.

Sólo luz, y nada más que luz.

 

Cerramos los ojos pero la luz sigue sucediendo...

hasta que se nos agota la luminosidad interna

imprescindible

para asimilar toda junta

la maravilla de la Creación.

 

En la superficie queda la imagen

dando sus últimos coletazos

luchando y actuando hasta que cada vez

tiene menos texto en el libreto...

es sólo la piel de la semilla

y en el interior

ya está despierto el ser verdadero.

 

La atracción del sol lo saca a la luz

y comienza débilmente a manifestarse.

 

La imagen cae

y surge otra nueva, y otra...

 

En el acto mismo de mirarlas a los ojos

las imágenes se congelan

y caen dentro de la nada

con el ruido de un glaciar al desgarrarse.

A la luz las ilusiones

se derriten como al calor del Sol.

 

 

Los anfibios

 

Aún no nos hemos integrado al Todo

pero ya caminamos sobre la tierra.

Somos anfibios despidiéndonos

de nuestras patas de rana

como buzos que renuncian a su empleo.

 

Aquí el sol golpea más fuerte.

Increíblemente

conseguimos respirar

sin ahogarnos ni coletear.

Bebemos agua limpia del arroyo

cortamos leña

nos hechizamos ante el fuego

sentimos por primera vez

el aire fresco de las colinas.

 

El corazón tiene memoria

y un presente

que consiste en sentir

decir

y seguir su propia verdad.

 

Ésta es nuestra verdad de hoy:

vislumbrar la serenidad proveniente

de una gran aceptación

del Universo entero

como único objeto de amor

y seguir adelante con la prudencia

de un tiburón

que ya olió la sangre.

 

Llevar la energía del inconsciente a la conciencia

Para ello: manifestar lo inconsciente.

Es un viaje de reencuentro.

No tenemos nada que perder

más que a nosotros mismos.

 

 

El despertar

 

Siento una creciente felicidad

en este viaje de retorno al origen

pero sé que no tendré paz completa

hasta que el ave de la conciencia que me guía

llegue a la totalidad de sí misma.

 

En Palenque, segundos antes de la despedida

abandono la mente

y la micro-sociedad en las que vivo

para darme un chapuzón

de cuerpo entero

en la magia de la naturaleza.

Escucho todo:

los pájaros, los changos, todo.

 

Es una mañana nublada

donde los verdes son más verdes

y los morados más morados.

Siento como el viento pasea por el lugar

y acaricia a esta piel.

 

Un pájaro de pecho amarillo me canta:

 

«Bienvenido a la realidad, Pelícano…

Bienvenido a la realidad.

Por nada del mundo

vuelvas la vista atrás...».

 

Descubro que el pájaro lleva cantando

la misma canción

desde el comienzo del mundo.

Se apodera entonces de mí

una soberbia carcajada.

 

 

Parte segunda:

MAZUNTE

 

El Simurg

 

Contemplo al Simurg.

Soy Pelícano.

Según la lista ya llegamos catorce.

Primero los tres grandes señores:

Cisne, Águila y Gallo.

Luego Cuervo

el príncipe oscuro.

Horas más tarde Paloma

y Lechuza la noche de la misma jornada.

 

Durante el día siguiente vamos fichando

desde la madrugada en este orden: 

Pavo Real, Cigüeña, Avestruz, Buitre,

Golondrina, Grulla, Pelícano y Ganso.

 

¿Cuál de los doce que me precedieron

eres tú, ave oscura como la región del Yin

con quien me une un lazo invisible?

Gallo anuncia los nombres

de quienes ahora llegan volando al alcázar

edificado en el Kaf:

 

«Halcón, Pájaro Carpintero, Garza...»

 

Al final de la tarde arriba el héroe y guía Abubilla.

Lo escoltan Ibis, Cuco, Perdiz y Faisán.

 

Percibo que todos somos el Simurg

y que el Simurg

es cada uno de nosotros…

y todo lo que hay.

Simurg es el remoto rey de los pájaros.

Su propio nombre quiere decir

“treinta pájaros”.

 

 

Hermatenea

 

Mientras esperamos a los ocho restantes

llegar ya purificados

por sus trabajos internos

conservamos aún nuestra individualidad

de ser Pelícano y de ser Lechuza.

 

Más de cuatro seres multidimensionales

decidimos entonces

quedarnos a vivir en el mundo de los pájaros

sin medir las consecuencias.

Para ser concientes de nuestro origen

nos rebautizamos

con el nombre de la divinidad

que desde antaño encarnamos

y que emplumamos recientemente

desde el arribo a las alturas del Kaf.

 

Uniendo mi ruta aérea con Lechuza

en vez de hacerlo con Gaviota

como había imaginado

dejo de buscar mi plenitud como Hermafrodita

y lo hago como el Hermatenea de los gnósticos.

 

Altivos, nos vamos pero regresamos

de un lugar donde vivimos los últimos días

en el éxtasis del reencuentro.

Lo que iba a ser una tranquila canalización

a los seres de la tierra con alas en el cuerpo de luz

se convierte en un fuerte abrazo de despedida

pues ya no creo que volvamos a encontrarnos

con quienes permanezcan permanentemente allí.

 

Éste es un llamado a los que hoy

se sienten más débiles o confundidos:

«Hay que juntar fuerzas e intentarlo:

fragmentos nuestros nos están esperando

para ser todos juntos Dios».

 

 

La condición plumífera

 

En alguna parte de esta historia

se me perdió la primitiva palabra “yo”

y lo experimentado antaño

como una personalidad mía

para mí mismo, y para nadie más...

es un destello de suave y compartida individualidad.

 

En el mundo de los pájaros

ser un individuo se vive placenteramente.

La sensación habitual

es la de una segura inteligencia

en el amar y el ser amados

en redimirlo todo a picotazos

en el vuelo de bandada

y en la pesca de media altura.

 

Soy un pelícano que aparece

en las mañanas y en las tardes sobre el océano

sintiendo al universo entero...

jugando en el mar,

y en sus ojos de mar.

 

 

Los ojos

 

Dicen los barqueros

que cada ser es una isla

pues aún no aprenden a volar

de una isla a la otra

con las alas desplegadas de los ojos.

 

Sólo se precisan dos instrumentos humanos

deseosos de enlazar sus experiencias

y recién entonces, enfocando bien

sucede el acto mágico del mirarse.

 

Varios pájaros echábamos la hueva

y cotorreábamos en círculo

después de la extenuante travesía a la inmanencia

de la divinidad Simurg.

 

Uno mismo hacía un buen rato

miraba todo sin ver nada

y por un instante de soberbia

casi se desbarranca contra unas rocas

presumiendo de sus dotes de adivino.

 

Lechuza, que estaba atenta

esperó hasta que nuestros mundos

volvieran a unirse a través de las pupilas

y recién entonces se retiró a dormir.

Gracias, Lechuza.

 

 

La caída 

 

Mientras aguardamos el arribo

del resto de los pájaros con demora

para intentar juntos la hazaña

el Simurg nos reúne a todos

en la montaña sagrada y circular del Kaf:

 

«Antes que nada os cuento

que he de minimizarles esta energía

que habéis estado acumulando

puesto que no ha resultado suficiente

para atraer al número

de tripulantes requerido.

Os dejo la plena conciencia

de lo que habéis experimentado.

Si consiguierais regresar aquí,

amados míos

la próxima vez será al revés:

llegaréis atraídos como por un imán

me entregaréis vuestras experiencias

y podréis retener vuestras energías.

Entonces, seréis libres.

 

Un último consejo: amad a vuestro prójimo

y a través suyo a todo lo que hay

pues el todo incluye a vosotros mismos...

Trabajad en parejas, reforzad vuestro silencio

y así siempre sabréis que estáis de viaje».

 

Mi antigua compañera Gaviota

recién llegada al Simurg

pregunta cómo nos reconoceremos entre nosotros

cuando andemos medio perdidos.

 

El rey de los pájaros calla

con todo el peso de su silencio

y finalmente responde

con voz de dulce trueno:

 

«Cuando contéis con la energía suficiente

os reconoceréis sin ninguna duda».

 

Una intuición terrible

precede a una sensación

de derroche y debilidad.

Intento batir mis alas

y me pesan como si fueran brazos.

 

Me siento un recién nacido

y la última escena que contemplo

es la del Simurg

empollando en el desierto

mi propio cascarón.

 

 

Parte tercera:

WIRIKUTA

 

Los mitos de la creación

 

En la tierra santa de Wirikuta

despierto de pronto con la mente en blanco.

Pasaron siglos

desde mi último pensamiento.

No recuerdo nada

pero empiezo rápido a recordar...

 

Aquí la luna es una lámina

redonda de plata

y las soldaduras que chispean

durante la fundición

se esparcen por los cielos

hasta que los astrónomos las unen

a través de líneas que organizan

en la bóveda celeste.

 

Vivo en un pueblo pequeño del desierto

exactamente

con la mujer con la que deseo vivir

por lo que supongo que debo haber sido

una persona afortunada.

 

Ella me mira y me asalta el recuerdo

de unos ojos de lechuza

tejiendo un puente entre los dos.

Entre ella ¿y quién?

 

 

Los primeros días de Caín y Caín

 

Hay que tener los tres ojos bien abiertos:

mi conciencia, mi ojo, tu ojo.

Un hombre con nariz de halcón me mira.

No lo he visto nunca antes

pero su mirada me evoca un nombre.

Le pregunto:

 

«¿Usted se llama Horus?».

 

«No, Horacio.

Y tú: ¿no te llamarás Hermes?».

 

«No. Hermindo».

 

«Vaya... creí que te llamarías así».

 

«Yo también creí, disculpe.

Me gustaría sentarme

y conversar con usted

pero la verdad es que ando muy apurado.

Me tengo que ir volando...».

 

Así es.

Tengo suma urgencia por saber quién soy

y por qué estoy aquí.

 

Escuché hablar de hombres antiguos

que han encontrado en los desiertos

una conexión

que siento haber perdido recientemente

y no sé cómo recuperar.

Saldré sólo

bien temprano por la mañana

siguiente a este eclipse total de luna.

 

 

Rumores vegetales

 

En Tanque Nuevo

el abuelo híkulli me muestra

que la puerta de entrada

a la cuarta dimensión

es el amor

que antes de mi caída

ya conocía todo lo cognoscible

menos el amor auténtico

que sólo me queda repetirme hasta el hartazgo

o hacer un último esfuerzo por innovar.

 

Escucho el tintinear de cascabeles.

Pasan decenas de chivas

cuatro o cinco perros guardianes

y por último, el chivero.

Tras su piel curtida

reconozco los ojos de Horacio.

 

«Ayer en el pueblo

me olvidé de preguntarle:

¿cómo hace uno para experimentar

cada vez más y más amor en su vida?».

 

Horacio me mira con su ojo derecho de halcón:

«Me acabo de despertar

de un largo sueño

y sólo sé que necesito

pasar cada vez más tiempo en soledad

solito con la naturaleza.

Cuanto más inmerso estoy en ella

más amor experimento...

y tú también, Hermindo, llegaste aquí

para encontrarte contigo mismo

y no con Palas Atenea...

No deberías tratar de convencerla

para que siga tu propio camino

aunque parezca más venturoso que el suyo.

Somos humanos

pero paralelamente

también somos pájaros

y vosotros dos tenéis

costumbres migratorias disímiles».

 

«Su nombre –—alcanzo a decir

es Paula Aitana».

 

 

El deseo desnudo

 

Poco a poco todo va cayendo a mis pies

como las ropas de una amante.

Me voy quedando sin ambiciones, exigencias

ni expectativas de ningún tipo.

 

Todo lo que surge de mi mente

es rápidamente identificado y desechado

pero el último embate

resulta más difícil de contener.

No lo comanda la mente

sino la auténtica emoción

ese mamífero salvaje

sobre el que me quisiera montar

para barrer a un ejército entero con mi furia.

 

El ser verdadero vigila en silencio

desde su fortaleza de silencio

hasta que por fin

el animal sale suelto a correr

y aullar de noche con los otros coyotes

tristes de separaciones.

 

Comienzo a sentir más y más profundo.

Al final lo descubro:

ahí adentro hay algo que aún acecha.

Es el deseo.

 

A la distancia parece turbio y disperso

pero a medida que encarna

más conscientemente en mí

lo asumo como un deseo intenso

concentrado exclusivamente en Aitana

en su cuerpo y en su aliento.

 

De golpe, como todo deseo

ya cristalizado interiormente

asume las propiedades del imán.

 

 

Parte cuarta:

AÚN EN WIRIKUTA

 

Arco iris interno

 

Aitana llega al oscurecer

caminando a través del desierto

en paralelo al psico-trópico de cáncer

con el sol muriendo a sus espaldas.

Encendemos juntos el fuego. Comemos

papas a las brasas, pan con guacamole, chocolate.

Durante la noche se nubla y se despeja

varias veces, al ritmo de sus sombras y sus luces interiores.

 

Al mediodía siguiente le digo

quién es ella para mí.

Aitana me escucha en silencio

mirando a los ojos. Es un alma orgullosa.

 

Observo directamente a su corazón

y veo que tiene muchos colores...

Cuando está ahí

en el centro de su esternón

el sentimiento fluye a borbotones

el pan siempre huele a pan

y  los jitomates son de color rojo.

 

Cuando cae en el plexo solar

se enreda con palabras

me supone en un plano emocional

y se pierde en cielos nublados.

 

A mí no me importa lo que dice:

sólo reflejo su arco iris interno

y sea que aparezca la bella durmiente

o la muchísimo más bella despierta

la amo, porque gracias a ella

experimento esta etapa de mi evolución

hacia el ser natural que soy.

 

 

La tempestad

 

Sello su anuncio de partir

a otro continente

con un torniquete de aceptación

y la fuga de energía se detiene.

 

Nos abrazamos fuerte en el desierto.

 

Mi alma registra y graba

un color único en su sentir

que reconocerá bajo cualquier forma

en cualquier punto del Universo

donde vuelva a aparecer.

 

Recupero inmediatamente el sentido del humor

y experimento libertad.

 

Un aire recorre la zona

y ahora son mis pasiones

las que cubren el cielo de nubes negras.

La tempestad se desencadena

con tambores de truenos y fuegos artificiales.

 

Al amanecer está despejado

y ya olvidé lo que vine a pedir a Wirikuta,

ukai manakatei

tierra de las lágrimas

de modo que nunca sabré

si lo que está sucediendo es consecuencia

de mi deseo

o del capricho de otro dios.

 

 

El libre albedrío

 

Penetro en su mundo de penumbras

para dejar de ser dogmático al respecto:

cada quien tiene derecho a amar o a dejar de hacerlo

toda vez que le dé la gana.

En este juego de luces y sombras comienzo a recordar:

era un pájaro que quería participar de Dios

y a último momento no soportó tanta energía...

Aitana también participó de esa epopeya:

era una lechuza.

Frida también, fue la gaviota

que arribó en el instante previo a la caída.

 

Ahora Lechuza se va volando a sus ruinas... y su sombra

refleja mi propia sombra proyectada hacia el Simurg.

Elevo mi mirada, y por primera vez le hablo:

 

«Cada quien tiene derecho a dejarse llevar

por su propio camino al despertar...

o bien demorarse en el poder,

la estrategia o los tesoros de la tierra

tanto tiempo como lo desee».

 

El Simurg calla,

mas Abubilla responde irónicamente:

 

«Un sabio moderno

lo llamaría libre albedrío.

Un sabio antiguo...

poca fuerza de voluntad».

 

 

El pecado original

 

No tengo nada de que excusarme:

el karma ancestral del bisabuelo

no fue compartir la manzana y sus semillas

con su segunda compañera

sino negar su propia responsabilidad

y culpar a su amada

ante un dios desconocido.

 

Así nos hemos plantado los hombres

frente a los señores de los cielos

en estas tierras baldías de desolación:

me pongo pues del lado de Lechuza

e ignoro hasta nuevo aviso al Simurg.

Si alguna vez fui consciente

de ser parte suya

—o si alguna vez volveré a serlo—

no es mi asunto de hoy.

 

Hay un solo tiempo verbal: el presente.

Todo lo demás es pensamiento

u otras moscas pegajosas.

 

 

Tren-taller

 

Desde Palenque llega en tren un tren-taller.

Se detiene en el pueblo de Wadley.

Aquí pasa y pasa el tren...

esto me recuerda estar de taller toda la vida

es la única forma de permanecer siempre presente.

 

Si el Edén era la no conciencia de ser

he de vivir mi caída

con la mayor conciencia posible.

Prefiero lo que sea que haya de nuevo

que no un paraíso perdido.

 

Me centro en el aquí y el ahora expandidos.

Cruzo un patio a oscuras.

Meo.

Miro al firmamento.

Enciendo un cigarro.

Escribo.

Pasa un tren.

 

 

Parte quinta:

SAN JUAN DEL RÍO

 

El alimento del Simurg

 

Viajo por un psicoanálisis ultra antiguo:

cada vez que algo aparece en la mente

me deshago inmediatamente

de la mente

cada vez que me abruma una emoción

me libero de plano

del plano emocional.

 

Pienso mucho en Iyari

la memoria del corazón

en cómo mientras se desenreda

se golpea y golpea en las paredes

pienso tanto en mis vivencias más recientes

que vivo un día demente:

llego a la desesperación a las tres de la tarde

a las cinco y cuarto desecho todas las experiencias

y desciende sobre mí

la calma más inmensa.

 

Le digo al Simurg:

«Desecho la experiencia aunque esté chida

ya que cada vez se va poniendo más y más gacho

 

«Gracias —me responde el Simurg

y pronto descubro que no estoy solo.

Necesitaba de vuestras experiencias

ya que no tengo más sexo, ojos  

ni corazones que los vuestros.

Un día saldréis corriendo ya sin tropezar más.

Entonces, estaréis piloteando

una nave espacial».

 

 

Profecías

 

Nuestro destino está en las estrellas

en alguna de las galaxias del firmamento.

 

El humano dejó de ser mono

cuando empezó a mirar al Cielo

y a prestarle atención a la serpiente del Edén.

Dejará de ser humano, y mono potencial

cuando llegue a su destino

unificándose en un nivel desconocido.

 

Sólo depende de nosotros:

tenemos que aprender a mirar adentro

conectarnos con otros ojos afuera

utilizar el corazón como telescopio

mover la conciencia desde tu nombre y mi apellido

hacia la comprensión de nuestra parte común

en el juego del Infinito.

 

 

Los samsaras electrónicos

 

En San Juan del Río, armo un puesto en la feria

donde vendo plumas y hojas recicladas.

Enfrente, los chicos ponen monedas

en unas máquinas electrónicas

para luego saltar y bailar encima de ellas.

El puesto vecino lo atiende un hombre

con mirada de cisne

el pastelero, que me pide prestada

una pluma blanca de ala de cisne.

Le digo:

 

“Algo está dirigiendo

la energía de esos chavos.”

 

“Sí —me responde— pero algún día

sus conciencias crecerán

más allá de las máquinas

y de la mente que las diseña.

Los mecanismos son cuatro...

y creo que tú ya los conoces:

experimentar amor, conservarlo

comprender la experiencia, desecharla.

 

Y agrega tras una pausa:

“Un ser que así se expande

reagrupa pronto su energía

en forma natural.”

 

“Dígame: ¿usted por casualidad

no se llamará Brahma?”.

—le pregunto sin pensarlo.

“No —me dice—. Mi nombre es Abraham.”

 

 

El luthier

 

Me resbalo un rato del corazón

tambaleo

y un disco ruidoso empieza a girar.

Reconozco que estoy en la mente

pues la repetición la vuelve inconfundible.

La desactivo una vez, otra más, otra...

hasta que un chico se acerca a mi puesto:

 

“Buenas noches ¿cuánto vale una pluma

que lo que escriba no suene como un tocadiscos

sino como un instrumento musical?”

 

“Vale demasiado

pero sólo cuesta el pasado

contenido en nuestras mentes”

 

Acepta el precio y se va con ella...

a medida que empiece a escribir

será tan libre

que no recordará ni cómo se llamaba

antes de renacer con nombre artístico.

 

 

Un día en la feria

 

Le digo a Abubilla

quien fuera guía de caravanas en Arabia

y ahora guía hacia el Simurg:

 

“Hay un océano entre quien creo ser

y quien siento amar.

¿Cómo es esto posible?”

 

“Honestamente

—responde el Coronado—

¿Amas tu permanencia en el tiempo

junto a ella

o más bien tu presente

crudo y desnudo

con cualquier fragmento de Dios

que sea que te salga al cruce?

 

“Mi decisión está tomada:

estaré siempre donde quiera que suene

el tambor de mi interior”

—es todo lo que atino a decir.

 

“Corres el riesgo —me advierte él—

de disipar tu energía

magnetizando un deseo

en algún verbo conjugado

y otro deseo anclado en la eternidad.”

 

El Universo no me da tregua:

refleja mi contradicción

en una galería de espejos de la feria

enviándome una de cal y otra de arena

una de cal y otra de arena...

hasta que de una vez por todas

mi ser integrado

asuma que anhela cal, arena...

o un poco de cada una.

 

Una niña le dice a Abraham:

"No sé si llevarme el pastel de dátiles

o la torta de castañas

¿me podrías vender los dos?".

 

"No -responde él-.

Hay un pastel para cada niño.

Si quieres te puedo cortar un trozo

de cada paastel...

pero hay un pastel para cada niño.

 

 

Tren-tarot

 

Me siento un peregrino,

un explorador de la magia del universo

en las últimas playas de la conciencia.

 

Cuando me manifiesto como Mago

la creación es algo de lo que soy responsable

un proceso que está sucediendo

en este mismo fragmento de eternidad.

 

A veces también me manifiesto como Loco

forcejeando para no perderme en el presente

sólo porque una mujer no lo habita conmigo.

Esas jornadas, la orientación en el tiempo

duele como un naranjazo en la nariz

y cuatro calles

son enormes parajes superpoblados

que hay que atravesar.

 

Me manifiesto de varias formas más.

Alguna que otra vez como Ermitaño

huraño de tanto participar de la naturaleza.

 

De repente las emanaciones que soy

cobran orden y estructura

pasando de largo en forma de tren-tarot.

El maquinista, un pastóphoro

se asoma por la ventanilla y me grita:

“¿Usted es Loco

que no salta al tren-tarot?”

“Sí, justamente...”

—respondo desde el andén.

 

“¡¡Salta, Hermes!!”

—me grita más fuerte y ya más lejano.

Y un servidor, que se llamaba Hermindo

salta.

 

 

Parte sexta:

CHACAHUA

 

El vuelo de pelícano

 

Aleteo hacia el Simurg.

Recupero el entusiasmo.

Me siento bien prendido.

Disfruto del vuelo

sin tratar de controlar la situación.

 

Quien le vende su alma

al propio corazón

arde por dentro

como un pajar clausurado

y queda separado del Espíritu

sólo ya por el valle del Vértigo.

 

“Uuuuuuhhh...” —sopla con fuerza el viento.

 

Estoy impedido de hacer cualquier elección.

Voy donde tengo que ir

directamente

lo que tardo en llegar.

 

“¡¡Bruuummmm!!” —un trueno.

 

Iyari es una bola de fuego en el aire

respira hondo

se inflama más.

 

La memoria del corazón

se entrelaza a cada instante

con el deseo por el ser amado

igual que las dos hélices del ADN

se entrelazan entre sí.

 

 

Integración de la oscuridad

 

Mientras vuelo al ras del mar

me identifico con el océano.

Me siento como uno de esos pelícanos café

que andan por el Caribe.

Luego, soy el océano...

la oscuridad acuática

ubicada fuera del tiempo

el negativo de la película que identifico

como luz o existencia consciente.

 

“Yo jamás hubiese elegido esta situación

—me dice Avestruz—

pero anduve con la cabeza debajo de la tierra

y de repente aparecí aquí

viviendo esto —que, si soy honesta—

debo reconocer que lo deseé toda mi vida”.

 

“¡¡Qué afortunada, Maat!!

¿Entonces fue ese el período de oscuridad

tras el cual usted como un brote

asomó la cabeza

y vio todo tal cuál es?”.

 

“Exacto.

Creerse pelotita de golf

ha sido la noche oscura del alma de mi especie.

Ya redimidos

somos dioses de justicia

que jamás ocultamos o disfrazamos la verdad.”

 

 

Oasis y espejismo

 

Miro la vegetación y en todas partes

adivino trampas de luz para dos

donde sólo hay duras realidades de oscuridad

para unos y para los otros.

 

Nada en el mundo puede impedir

la erótica fusión de las dimensiones

porque este mundo es la Tercera Dimensión

el poder

para quien es imposible dimensionar

aquello que lo contiene

igual que un palacio contiene un sótano

en su subsuelo.

 

Todo es el puro amor

y nada más hay fuera de él.

Alternativamente lo experimento

dejo de hacerlo, vuelvo…

para que ya no me queden dudas

de cuál es mi oasis

y cuál mi espejismo

en este cruce obligatorio y fantasmal del desierto.

 

Descubro

que cuando no lo experimento

el amor continúa engendrándose.

 

De la misma forma

en el oasis siguen madurando los higos

las camellas guardan aún la leche en sus ubres

el agua sigue brotando del manantial

y todo esto

en forma independientemente

a la sed del caminante.

 

 

Nadie

 

Ya devoró a muchísimos compañeros y compañeras

a esta altura de la travesía.

El amor es un cíclope furioso

con un único ojo cegado en el centro.

 

¿Quién soy frente a él?

Odiseo no mentía:

“Nadie.”

 

 

El consejo de visión

 

“Tengo una pequeña visión

y me gustaría someterla a Consejo”

—digo a quien quiera escucharlo.

 

Del fondo de un escarpado cabo de roca

veo aparecer a Águila

el más valiente entre todos los aqueos.

Él solo es todo el Consejo:

 

“Sin interpretaciones por favor

—me ruega—.

Sólo la visión”.

 

“Bien... numerosas individualidades

todas muy caras a uno

han reaparecido

con nombres y personalidades modificadas

tras haber atravesado una gran transformación.”

 

“¿Cuántas veces sucedió?”

—me pregunta Aquiles.

 

“Entre trece y veinte...

y también siento

que voy cruzando puertas de personalidad

y cerrándolas a mis espaldas

o bien ventanas que antaño abrí sin darme cuenta

activando inconscientemente paisajes

ahora reales.

 

Me aparezco vivo por doquier

con nombre, apellido e historia personal paralela.

Soy diez años más joven

o seis lunas más anciano

aún no recorrí en ellos caminos

que al final elegí

o bien recorrí en ellos caminos

que al final no elegiré.

 

Me salen al cruce hijos

con sus madres respectivas

y antiguos compañeros de vuelo

y encarnaciones simultáneas

propias y de otros

que también son parte de mí.”

 

Aquiles se limpia el pico

y habla con la voz de trueno

de un fractal del Simurg:

 

“Ya que buscas Consejo

ven conmigo al siguiente valle

pero debes tener presente que el vértigo

que sientes

no lo produce la visión

sino la actuación del corazón.”

 

 

Imitación de Cristo

 

Vuelo por Chacahua

de la laguna al mar y del mar a la laguna

entre compadres pelícanos, gaviotas...

y garzas elegantes

como un chino sirviendo el té.

 

No tengo nada de nada

y con mucho menos me conformo.

Ésta es la habitación más peligrosa

dentro del templo de cada uno:

el paraíso perdido

el epipaleolítico previo a la guerra y la ciudad.

 

Frida, ese ser mágico y natural

que lo habita conmigo

se desnuda en la playa desierta

se asolea

suelta al aire el pelo largo negro

las olas van y vienen

las horas sólo van.

Nos acompañamos en todo.

 

Gaviota pertenece tanto

a esta vasta sinfonía universal de luz

emanaciones de luz y almas en vuelo

que uno ha de ser para ella

su parte oscura

su océano de duda…y su tierra.

 

Busco aquí mi cielo en ella

y siendo al mismo tiempo Cielo

busco mi Tierra del otro lado del mar.

Disfruto de la playa y de Afrodita

de Circe y de su isla

y no por eso olvido que otras corrientes internas

me conducen hacia Ítaca

verdadero rumbo

de mi navegación.

 

En la entrada al valle del Desapego

sacrifico con dolor contenido

mi pasión por México y por Frida

igual que el Cristo en la cruz

sacrifica su pasión

por Galilea y Magdalena.

 

Con toda humildad:

mi reino tampoco es de este mundo.

 

 

Parte séptima:

TULUM

 

Tsikbal ch’íich’ (la conferencia de los pájaros)

 

Poco a poco nos vamos reuniendo

en el acantilado sobre el que no descansa nunca

la vieja ciudadela de Tulum.

 

En un pico de roca

debaten Pájaro Carpintero

del Medio Oriente

y Gallo

del Oriente Lejano.

Alrededor somos cien pájaros volando.

 

Las dos aves avatares

conversan sobre Paloma

que acaba de morir en la plaza pública:

 

“Somos libres, pájaros

—dice Gallo—

podemos ir adonde más lo deseamos

casi sin sortear controles ni burocracias

nos reconocemos más o menos fácil

tanto el viajero como el aldeano

son hospitalarios entre sí...

 

“Debo decir en relación a la desaparición

de nuestra querida Ishtar:

tenemos que cruzar siete valles

y no terminamos de arribar al cuarto.

 

Los asuntos públicos, pues

son para el público

—dice Gallo encendiéndose un gallo—

nosotros no estamos interesados en el poder

sino en el amor.

 

“Si nos enredamos en lo que  dejamos atrás

en el poder

caemos luego un escalón más

y entonces nos transformamos en el temor...

y así vuelta a empezar.

 

“Somos libres, pájaros

y hago uso pues de mi libertad

para pedir que nadie más

se suicide en público

ni siquiera en nombre de la paz.”

 

Se hace un silencio sepulcral.

Sólo Cuervo

sigue graznando a su antojo.

 

“No soy de la misma opinión que Gautama

—dice Pájaro Carpintero

mientras pone sobre la mesa un vino

y un par de pescados que trajo para cenar.

Desde este punto de percepción

se comprende y se comprueba

que quienes se pretenden los más poderosos

no lo son siquiera más

que sus propios miedos.

Juguemos con ellos a ver quien sostiene

más misericordiosa e intensa la mirada.

El amor incondicional no encuentra resistencia

ni rivales competentes

en la Tercera Dimensión.

Ya me han crucificado cientos de veces

en los últimos diez mil años

y como podrán ver

sigo volando hacia mi Padre.”

 

 

La condición humana

 

Irónicamente

para perderle el vértigo a una tierra

que creía conocer de memoria

tuve que perderle antes

el vértigo a los cielos

y comprender que si llego a echar raíz

en alguna comarca

siempre contaré con las alas de esta conciencia que viaja.

 

Me despido pues de la condición plumífera

para asumir mi naturaleza de animal humano

adulto y de sexo masculino

un ser de la tierra para la Tierra

para mi prole potencial y mi compañera

para la humanidad toda

—mi pueblo secreto en el exilio—

y para cualquier hogar del mundo

que sea que me toque habitar.

 

 

Iyari waneika (sólo del corazón surgen las cosas hermosas)

 

Hoy, por primera vez en mucho tiempo

mi corazón no platica conmigo

sobre metafísica o cualquier otro chisme

sino que me revela el nombre ya no secreto

de la mujer-pájaro que aún anhela.

 

Me dice que cuando quiera puedo abrirme

y sentir fresca su energía

a muchos kilómetros de distancia...

que nuestro próximo encuentro se acerca

como proa del gran barco del misterio.

 

No le creo nada

pero el corazón es el corazón.

 

 

Parte octava:

EUROPA

 

El anzuelo

 

Cruzo el Atlántico

disfrazado de pasajero

hasta quedar frente a frente

con Aitana.

Duermo en su casa

es digna que entre allí

siento como se hunde en el interior la punta

y con ella el metal del anzuelo

la boca empapada de sangre...

 

Me sofoca primero la asfixia

y luego la vibración

el alto voltaje que desde el muelle

emiten los pescadores

del río Jordán

que a cada quién más le guste.

 

Alguien a quien amamos

es un anzuelo para poder experimentar

el amor del Dios interior...

y nada más.

 

Una vez que lo miramos a los ojos y mordemos

resistiendo la tensión del corazón

como dientes apretados

una fuerza extraordinaria nos jala

fuera de la densidad del agua.

Nos dejamos trasladar

desde nuestro medio habitual

hacia una dimensión desconocida

y así comenzamos a participar

conscientemente

de la trampa de la evolución.

 

Por nuestros propios medios

podremos convertirnos en reyes y señores

entre los peces

pero nunca lograremos respirar el aire

fuera de las burbujas

ni dejar de ser esclavos del mar.

 

 

Los cielos lombardos

 

Un débil hilo de luz rompe la noche.

Regreso al vuelo

limpio mis alas de petróleo

este sargazo en el océano de la modernidad.

 

Alzo los ojos y cuestiono a todo un continente:

 

“¿Qué le pasa a Europa

que ya no levanta el mentón con emoción

ni duerme cada noche bajo este hotel de mil estrellas?”

 

“Si el humano pierde la dimensión del espacio

habrá atribuirle la responsabilidad al tiempo

—me dice el quetzal Quetzalcoatl

antes de regresar a su tierra sagrada de Yucatán.”

 

A mi alrededor los pájaros se extinguen

y los que quedan

se atrincheran en sus jaulas

consultan las agendas presurosos

presentando sus excusas

de por qué no irán al Simurg.

 

El pobre Abubilla les habla y habla:

“Los peligros son grandes

y muchos se quedarán en el viaje

okey… ¡¡pero de ahí a perder el avión...!!”

 

“¿Nuestro avión?

¿a que hora sale?”

—le pregunta el Cuco.

 

“Cuando tú salgas de tu reloj… cucú”

—responde Abubilla.

 

 

Paloma y la luna

 

Durante varias jornadas

ando con dos ruedas sobre rocas y arenisca

y otras dos sobre el Mediterráneo.

Tengo sueños vívidos

donde inmensas urracas atraviesan el horizonte

y mujeres sin pasado

se desnudan para ser hechas por el amor

y naves más grandes que nuestra imaginación

iluminan la mitad de la bóveda celeste

con un tenue resplandor.

 

Tomo conciencia de que ya hace varias lunas

que no veo compañeros en el viaje hacia el Simurg.

Subo a la terraza y descubro la razón:

emisarios de Cigüeña llegan desde Paris

anunciando que acaba de renacer Paloma.

 

En una rápida jornada a vuelo de pájaro

ya estoy en Notre Dame.

Las gaviotas, graznando

llegan por el Sena corriente arriba

en un peregrinaje desde el mar.

 

De regalo le llevo a Ishtar

una luna de verdad

una lámina redonda de plata

una blanca roca

contra la que no se planean lunáticos

alunizajes

sobre la que no flamean

banderas de la guerra fría

televisadas

 

Le llevo la mera luna

como quien dice.

 

 

Sólo poesía

 

Estoy en pleno proceso de adaptación a la Tierra

tropezando aquí y allá

hasta que el viento

cambia de dirección...

y entonces adaptándome al Cielo

la Tierra se adapta por fin a mí.

 

El ascenso que reemprendo

se retroalimenta a cada aleteo

con el descenso y la inmersión

en las profundidades de los mundos.

 

Siento que no se trata ya de permanecer

en la Tierra o en el Cielo

sino de transitar libremente ambos niveles...

un doble movimiento gigantesco

para el que no encuentro otro almacén de energía

más que el de permanecer natural.

 

No hay síntesis posible.

Sólo poesía.

 

 

La montaña del Kaf

 

Estamos nuevamente reunidos

en las estibaciones del Kaf

esperando la concordancia armónica

que será esta noche

bajo la lluvia y durante el eclipse.

 

En esta oportunidad llegamos

veintiocho pájaros

con nombres humanos

que creemos haber comprendido

que no podremos ser

completamente Dios

hasta que no juntemos el número requerido.

 

Es posible que los dos que falten

sean tú y tu compañera

o compañero

o puede que te atrevas

a realizar la aventura en solitario

compartiendo con todos los demás

tu maestría en el arte de la navegación.

 

¡¿A qué esperas?!

El Simurg es el único bote salvavidas

que se hunde por falta de peso.

 

 

El ser colectivo del Espíritu

 

Que las señales del Espíritu te guíen.

¡Qué las fuerzas no te abandonen!

¡¡Qué tu entrada sea triunfal o agonizante

pero que sea antes de que todos los velos caigan!!

¡¡¡Que le entregues al gran pájaro de luz

tu preciosa carga de experiencias

a cambio de la libertad!!!

 

No es un capricho cualquiera

ni un modo de decir

sino la naturaleza espiritual del Cosmos

que necesita de nuestras comprensiones

para planear nuevas aventuras galácticas.

 

Subo por las escaleras de caracol

hacia un patio de mi interior

contemplo algunas fotografías del recorrido

hojeo un par de libros antiguos

y levanto la vista hacia el firmamento

mientras una fuerte carga de energía colectiva

empieza a llegar desde los cielos...

 

Quisiera que nuestra especie se ilumine

y le regale su Iluminación al Universo.

 

 


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