6- Sobre el misterio de la evolución

 


misterios de la evolucion3

-diálogos con Giordano Bruno-

 

 

Una explicación

Giordano Bruno se acercó por primera vez a mí de un modo muy poco usual.

Hace ya tres o cuatro años, yo residía en el desierto de Wirikuta, en San Luis Potosí, México. En una casa cercana paraban Dario y María, él del Valle de Aosta, Italia, y ella siciliana.

Solíamos terminar nuestros encuentros con tiradas del Tarot o de las Runas, cambios de opinión acerca de los efectos del peyote, o bien discusiones acaloradas sobre asuntos medievales, siendo que ambos eran admiradores incondicionales de alguien a quien yo detestaba: Bernardo de Claraval.

Incluso, recuerdo que él había hecho una bellísima estatua del Buda, con la particularidad de que en vez de tener ésta el rostro de Gautama, lucía el semblante de Bernardo.

Cierta vez, en medio de una de estas discusiones en la que yo me puse decididamente del lado de Abelardo, eterno rival del de Claraval y a quien mi interlocutora llamaba “demonio de la dialéctica”, ella me dijo: “ma´ Federico... tú eres Giordano Bruno”.

Cuando le pregunté por qué afirmaba esto con tanta seguridad, me respondió: “porque Io sono María, y tú sei Giordano Bruno... ¿Ma´ qué otra explicación quieres?”

Olvidé durante años este incidente, pero por esa época se amplió enormemente mi interés por los grandes iniciados occidentales, asunto éste de la iniciación al que hasta entonces sólo me había acercado periféricamente y con una gran preferencia por las doctrinas orientales, que siempre me habían parecido más íntegras, e incluso más despojadas de claves secretas y otras tonterías similares.

En realidad, ahora sé que tanto en Oriente como en Occidente nunca dejaron de ser iniciados seres que luego se volverían grandes iluminados, pero mientras en Oriente hacía más de veinticinco siglos que se discutía abiertamente acerca de los caminos a la Iluminación y los peligros que ellos entrañan; en Occidente la religión cristiana dominante no sólo no facilitó la inclusión de las enseñanzas de estos hombres y mujeres en su seno, sino que los persiguió sin cuartel bajo la acusación de herejía, brujería o charlatanería.

Por lo mismo, desde la caída del mundo pagano, la auténtica espiritualidad se volvió marginal y de índole ocultista, con una larga serie de buscadores individuales o al frente de una orden secreta, que a menudo viajaban a Oriente y recibían alguna iniciación en los misterios de la antigüedad, para regresar luego a su matriz cultural y difundir estas enseñanzas.

Luego de algunas escuetas averiguaciones en este sentido, crucé el océano y tras dar una cuantas vueltas por los caminos del viejo continente que me arrastraban con la fuerza de un imán, me instalé en la ciudad condal de Barcelona.

El vértigo se detuvo.

Por esas fechas, sin saber por qué, comencé a escribir sobre teología y cosmología, sin haber estudiado nunca antes sobre la materia. Así, me encontré de pronto llenando decenas y decenas de páginas de cuadernos con ideas y apuntes que, sin ninguna articulación, salían de mi pluma.

Un día, simplemente, me di cuenta que una entidad estaba emergiendo en mi vida, haciendo gala de un miedo infundado que comencé a sentir a medida que escribía, como sí algo muy oscuro me fuese a suceder en caso de presentar al público toda esta información que seguía pasando a través de mí.

Una vez que recordé aquel comentario de María en el desierto mexicano, denominé a este miedo “Síndrome de Bruno”, y le hablé a este oscuro personaje para que se llevara sus temores a otra parte.

En el acto, estos desaparecieron para siempre, por lo que pude continuar tranquilamente con mi escritura.

A partir del momento en que le hablé directamente, Bruno comenzó a hacer cada vez más y más bromas metafísicas, demostrando un seguro sentido del humor, organizándome todo tipo de sincronicidades con su marca evidente, y dando a entender que de alguna forma él estaba presente en esta labor de teología pagana que yo venía realizando.

Sentí, sin sombra de duda, que en aquel mágico momento había comenzado entre nosotros dos una extraña asociación.

Tiempo después, ya en América del Sur, mi amiga Romina me habló de las “psicografías”, método de escritura automática utilizado por Benjamín Solari Parravicini, entre tantos otros, para establecer contacto directo con entidades sin cuerpo físico, y obtener así información interdimensional.

En el caso de Parravicini, que predijera con varias décadas de anticipación la caída de las Torres Gemelas, antes incluso de que fueran construidas, quien se comunicaba con él era un sacerdote franciscano ascendido llamado Fray José de Aragón.

Intenté hacer este ejercicio en casa de mi amiga, imaginando que algún ser de las estrellas acudiría a la cita, pero nada en absoluto sucedió.

Al día siguiente, sin embargo, comencé a escribir sin pensar en absoluto lo que escribía, pero no era yo quien dictaba las frases sino Bruno, que se daba a conocer como tal y procedía a contarme algunas curiosidades de su última vida, diciéndome, por ejemplo, que había muerto a los cincuenta y dos años porque cincuenta y dos años reinaron todos los reyes toltecas, mayas, aztecas y chichimecas; y que cada cincuenta y dos años, también, se encontraban los dos calendarios mayas entre sí, por lo que cada cincuenta y dos años un nuevo ciclo vital comenzaba.

Ese día, el 25 de julio pasado, que “casualmente” se trató del último Día Fuera del Tiempo en uno de estos calendarios mayas, asumí por primera vez que Giordano Bruno estaba presente como el verdadero autor de cada uno de mis escritos teológicos y cosmológicos.

Decidí entonces ofrecerle el cincuenta por cierto de los derechos de autor y, en caso de ser yo detenido por herejía, que se lleve también el cincuenta por ciento de la condena.

Ahora que ya han pasado unas cuantas lunas y siento su energía muy cerca de mí, aprovecho y le hago preguntas que me permiten organizar toda la información contenida en el material que en este último tiempo estuve escribiendo, sin saber en nada que era asistido por un antiguo hereje ya ascendido.

A veces me responde y, a veces, me remite a partes de tal material, sin tomarse la molestia de repetirme nada, pues, a diferencia de todos los buenos profesores que conocí, él considera que es un gasto inútil de energía decir dos veces lo mismo, aunque haya cambiado completamente todo su auditorio o alguna idea suya no haya quedado bien fijada.

Él sostiene que si una verdad contiene la suficiente fuerza interna como para cambiar el mundo, por más que sea susurrada una sola vez en un desierto desolado un día sin viento y sin testigos, lo vocearán en simultánea, cuando sea la hora adecuada, todos los canillitas de las grandes ciudades del mundo.

Como parece ser que todavía falta para que esto suceda con su mensaje, trataré de interrogarlo lo suficiente, hasta lograr que su sistema de pensamiento vaya iluminando cada una de las zonas oscuras del conocimiento iniciático occidental y galáctico.

Por último, creo oportuno destacar que entre su presencia y la nuestra no siento que se interpongan misterios imaginados, sino que antiguos misterios de las almas y de los cuerpos salen a flote hacia la luz cuando permanecemos juntos, para que así la imaginación de los hombres y mujeres comunes comience a tener tanta o más realidad que la monótona imaginación oficial de los grandes medios masivos de comunicación.

 

La única nave cuatridimensional

PAZ: Hola, Giordano. Retomando nuestro diálogo anterior sobre los arcturianos, quería contarte que estuve leyendo algunos textos científicos de vanguardia. En uno de ellos, el astrónomo Timothy Feris explica que para viajar a otra estrella en una nave espacial tardaríamos tres mil años hasta la más próxima de Alfa Centauro: ¿cómo se te ocurre que podríamos hacer para viajar un poquito más rápido y contactarnos antes el 2.012 con nuestros vecinos?

BRUNO. No en naves espaciales precisamente.

PAZ: Vamos a hacer una cosa, Nolano: ¿por qué no me respondés de un modo tal que no sea necesario que yo te haga la siguiente pregunta obvia? ¿Te parece?

BRUNO: Si, comprendo, pero tú deberías comprender también que se está tan a gusto en la quinta dimensión, que ponerse de pronto a lidiar de nuevo con el mundo simbólico y las palabras, resulta un tanto... desenergizante. Pero haré el esfuerzo: lo que quiero decir es que pretender que necesitáis de la intermediación de los programas tecnológicos de los gobiernos para tal contacto, es parte de la misma aberración de suponer que los medios de comunicación son necesarios para comunicaros con vuestros semejantes con cuerpo físico, o bien que los funcionarios de las iglesias son necesarios para contactaros con Dios.

PAZ: ¿Y acaso la Sonda arcturiana no es una especie de nave espacial?

BRUNO: Una Sonda es un vehículo cualquiera para viajar entre los cuerpos celestes, pero puesto que es en la cuarta dimensión de donde surgen la materia, la energía, el espacio y el tiempo de que están compuestos las estrellas, sólo a través de la exploración de las dimensiones de la conciencia podréis crear un auténtico puente de acceso a los otros sistemas estelares. Sin salir nunca de la tercera dimensión, que siempre se desviste en una sucesión de fotogramas secuenciales de tiempo lineal, no podréis nunca atravesar la barrera de la velocidad de la luz. En otras palabras: nunca podréis salir del cine creyendo que en alguna parte de la película allí proyectada aparecerá la puerta para salir de él. Para viajar tan rápido como la velocidad de la luz, por el contrario, necesitáis vosotros mismos volveros luz, o al menos, tan luminosos como un dios de cuarta dimensión.

PAZ: ¿O sea que la Sonda que usan los arcturianos no posee realidad material?

BRUNO: No, pues la experiencia que se manifiesta en forma puramente tridimensional incluye desde los diminutos quarks a los gigantescos quasares. Tridimensional es también la sonda que vuestras agencias espaciales lanzaron a Plutón la semana pasada o el OVNI que vio el tipo del bar la noche anterior. La Sonda arcturiana, por el contrario, es la expansión del amor que ellos sienten por todo el Universo. Y el amor, querido amigo, es la única nave cuatridimensional apta para sacaros de vuestro actual contexto de limitación.

PAZ: Sin embargo, la astronáutica podrá decir que sí hemos superado la barrera de la velocidad del sonido para viajar por el Sistema Solar, también superaremos la barrera de la velocidad de la luz para salir de él. Michio Kaku, por ejemplo, pronostica que con los avances de su teoría de la supercuerda, podremos ir a otros universos a través del tiempo.

BRUNO: Es posible, pero probablemente para ello tardaréis otros tres mil años más, ya que quien debe salir de la actual dimensión es la conciencia, cuya facultad ya de por sí es la multi-dimensionalidad, y no la materia mediante los pliegues de un diminuto objeto unidimensional.

PAZ: Está bien. Continuemos: ¿por qué en nuestro diálogo anterior mencionás tanto a la Federación Galáctica? ¿De qué se trata? ¿Es algo así como la O.N.U. de los extraterrestres?

BRUNO: La Federación es sólo un tipo de conciencia muy elevada, que está más allá de los actuales niveles alcanzados por la especie humana. Su único mandato es la no interferencia en los asuntos planetarios o estelares. No obstante, esto no implica que no podáis entrar en contacto con su directorio, sino sólo que aquel de ninguna manera os propondrá tal contacto con anticipación a vuestro pedido.

PAZ: ¿Y por qué decís que en el 2012 pediremos nuestra admisión a ella? ¿Cómo se puede estar por fuera de algo que es inmensamente más grande que nosotros?

BRUNO: La Federación es una entidad omnipresente en todo el Universo, de la que forman parte todos los sistemas estelares. No obstante, que forméis parte de dicha entidad no significa que participéis de su comando. A esta instancia directiva sólo acceden aquellos planetas y sistemas estelares que han dejado de pelearse entre sí para formar gobiernos mundiales unificados que se comportan en forma responsable.

 

 

El pequeño y olvidado planeta azul

PAZ: ¿Y esto por qué? Me suena a qué nosotros somos malos o algo así, y que por eso no nos aceptan...

BRUNO: De ningún modo. Todos aquí en la quinta dimensión estamos muy orgullosos de nuestro linaje humano, pues habéis sido valientes y perseverantes, habéis atravesado muchas vidas y estados para llegar preñados de conocimiento a la coda de esta sinfonía. Sin embargo, a lo largo de esta increíble epopeya, gran parte de vuestra energía ha quedado atorada. Buscando más poder, inconscientemente, queríais trascender el poder. Ahora ya sabéis que os equivocabas, puesto que tal etapa no se trasciende acumulando más poder, sino abriendo el corazón. Pero algunas partes vuestras llamadas papas, príncipes, gerentes y generales, continúan aún hoy estancadas en aquel mecanismo arcaico, y esas partes de vosotros golpean a otras partes vuestras llamadas pueblos. Imaginad simplemente lo que sucedería si se ocupase de coordinar la Vía Láctea alguien que constantemente se estuviera golpeando la espalda con los brazos o la cabeza a rodillazos. Eso son vuestra economía capitalista y vuestras masacres por petróleo vistas desde afuera, por lo que la Gran Unificación que muchos están esperando es, desde aquí, apenas un acto básico de cordura.

PAZ: ¿Cómo podemos hacer entonces para que está parte nuestra pare de dominar a los demás, pues parecen no atender a reclamos ni convenios de ningún tipo?

BRUNO: Pensad en esto: un débil fragmento de ellos, el vosotros despierto, intuye el camino, pues abandonaría inmediatamente todo su poder si pudiese sentir alguna vez en su vida algo de amor genuino. ¡Acabad entonces de una vez por todas con toda dualidad! ¡¡ Volveos capaces de amar incluso a los pobres multimillonarios incapaces de amor!!

PAZ: Pero... si amásemos, por ejemplo, a quienes ordenan masacrar a poblaciones que apenas pueden defenderse a piedrazos: ¿no creerían ellos que los amamos por eso y, por ende, pondrían más énfasis en seguir siendo amados y por lo mismo en seguir masacrando?

BRUNO: No, querido amigo. Si siguen haciendo canalladas es porque la verdadera experiencia del amor aún no alcanza el núcleo de sus vidas.  Si os situarais por fuera del planeta, veríais pequeños focos de oscuridad en los emplazamientos de aquellos que creen ser el poder máximo. Estos focos buscan contaminar al resto de las conciencias con su escala de valores, pues los que los envidian les brindan lo más parecido que conocen al amor. No obstante, es preciso decir que  también quedaríais sorprendidos por los enormes focos de luz que emiten por doquier los lugares sagrados reactivados y los seres que han despertado a su naturaleza divina. Si todos los dioses que sois os pusieseis de acuerdo para emitir el más profundo amor simultáneamente a todo el Universo, incluidos los líderes de vuestro mundo, estos renunciarían inmediatamente a sus cargos e inmediatamente seríais declarados miembros de honor de la Federación Galáctica. Entonces, los destinos de la galaxia entera estarían verdaderamente en vuestras manos.

PAZ: Giordano: ahora que mencionás esta visión extra-planetaria: ¿por qué acaso Gaia? ¿Por qué de entre todos los millones de planetas que hay en el Universo, es justamente el nuestro el que atrae ahora a tal cantidad de visitantes?

BRUNO: Sí os colocarais los últimos 26.000 años por fuera del planeta y observarais para abajo, podríais preguntaros sin necesidad de entrar en contacto con ningún terrícola: “¿qué está pasando en este planeta? ¿Qué son esos hongos de radiación liberada? ¿Y doce años más tarde toda esa chatarra lanzada hacia aquí? Después de siglos de silencio, aquel pequeño y olvidado planeta azul que sois, de pronto se puso a requerir como un niño abandonado la atención de todo el Cosmos.

PAZ: ¿Por eso es que comenzaron a venir?

BRUNO A decir verdad, no. Imagina que cientos de soles se destruyen por año luz, cosa que ya no asombra a nadie. Lo fantástico que ha ocurrido en vuestro planeta es que el haber estado tantas veces al borde de la destrucción sin destruirse trajo consecuencias inesperadas en vuestras conciencias, pues la liberación de la energía contenida en el átomo no sólo implicó la muerte de millones, la radiación contaminante y los inmensos sentimientos de pánico, sino también la emergencia de la visión de que toda la humanidad estaba metida en la misma trampa. En quinta dimensión, decimos que cuando esto sucede empieza el verdadero espectáculo; y éste es el auténtico motivo por el que se decidieron los visitantes a venir, porque algunos focos de vuestra conciencia empezaron por primera vez a resonar, en tanto conciencias planetarias, con quienes ya se habían unificado con sus propios planetas.

PAZ: En 1968, la estudiante de astronomía Jocelyn Bell detectó, procedentes del espacio, señales de radio emitidas en forma de energía intermitente. Poco a poco fueron apareciendo cada vez más y más de estos púlsares. ¿A esto te referís cuando decís que la conciencia de nuestro planeta resuena con la de los otros? ¿Pertenecen los púlsares a la quinta dimensión?

 BRUNO: Los púlsares no existen más que como un símbolo, por eso es que son objetos de cuarta dimensión. Otros han hablado también de un puente electromagnético entre los planetas, y es preciso decir que tanto una como otra son bellísimas imágenes para describir a un Universo que empieza a comunicarse cada vez más abiertamente con vosotros, con cada quien del modo que mejor pueda comprenderlo.

PAZ: ¿Y qué pasa con los diarios y la tele? ¿No se dan cuenta de lo que está pasando?

BRUNO: Los principales medios de comunicación del planeta están hoy concentrándose en los conflictos basados en las ambiciones de poder de unos pocos. El motivo es simple: los agentes de prensa de los poderosos están pagando fortunas por ocupar un espacio en tales medios. Si esto no sucediese, hace tiempo que hubiesen puesto sus páginas y emisiones a disposición para un gran debate mundial acerca de cuales proyectos evolutivos parecen más razonables, deseables y accesibles a vuestra especie en su estado actual.

 

Fisión de la materia o fusión de la conciencia

PAZ: Sin embargo, una vez leí en Le Monde sobre el proyecto de habitar el espacio exterior mediante la terraformación de la superficie de los planetas vecinos. Según el astrofísico Roland Lehoucq, para que sobrevivan las bacterias terrestres en Marte habría que aumentar la temperatura del planeta rojo unos sesenta grados centígrados, hacer fluir agua en la superficie, reducir la radiación ultravioleta y la lluvia de partículas cósmicas. Para la falta de agua, sugiere estrellar contra su superficie el núcleo de algún cometa o un bloque de hielo gigante de los anillos de Saturno. ¿Qué opinión te merece este proyecto evolutivo?

BRUNO: Tú dime que opinión te merece lo siguiente: un grupo de peces terribles, digamos los tiburones, se pasean cerca de la costa de Gondwana, aquel único continente que hubo en vuestra esfera, y discuten entre ellos sobre como habitar la tierra firme. Uno sugiere: “habría que inundar toda su superficie, transformar los árboles en algas y salpicar el desierto de Gobi con esos pececillos de colores que tanto me gusta desayunar”. Un pez espada responde: “podemos hacerlo; sólo necesitamos un presupuesto de nueve millones de ostras anuales con sus perlas respectivas, poder de policía marino, y toda el agua acumulada en la fosa de las Marianas”. El proyecto está en marcha desde hace 370 millones de años y, según dicen, hay importantes progresos. Por la misma fecha, al principio silenciosamente, algunos otros peces menos orgullosos pero con la capacidad de transformarse a sí mismos en carne propia, en espíritu propio, aprovechan las mareas bajas y se adaptan esporádicamente a la vida anfibia. Esos peces que finalmente sí evolucionaron sois vosotros.

PAZ: ¿O sea?

BRUNO: O sea que así como no hay límites para el desarrollo del potencial humano, estos quedan muy cerca cuando se trata de las atribuciones que os tomáis con vuestro entorno y con vuestros semejantes. Una visión mecánica del Universo, sumada a la idea de que podéis modificar impunemente el medio ambiente, requiere en realidad una imaginación mucho más descabellada y violenta que el simple hecho de expandir vuestra conciencia y- a través de tal acto- acceder a los confines del Sistema Solar y de la Galaxia.

PAZ: Giordano: ¿debemos cambiar nuestra visión científica por una visión galáctica?

BRUNO: Necesitáis conocer tanto la larga epopeya darwiniana del hombre que evoluciona entre voraces predadores, como la mucho más larga epopeya de la Sonda arcturiana que avanza entre los no menos voraces grupos parasitarios estancados en el poder de los sistemas estelares a los que arriba. Ambos tienen algo para enseñaros. De hecho, el poder del imaginario de un mundo estable para gloria de un único Dios presentado por la poderosa Iglesia del Medioevo, no se vería seriamente desafiado en lo teológico hasta mediados del siglo XIX, cuando justamente Darwin pondría en cuestión la versión bíblica de la Creación. Para ello, describiría la evolución humana como una odisea biológica que, sólo en el último período, se aceleraría considerablemente con el advenimiento de la tecnología, empezando hace un par de millones de años con los primeras puntas de piedra hasta llegar a los últimos modelos de bombas atómicas.

PAZ: ¿Qué pasó, evolutivamente hablando, después de aquel 1945 de las bombas?

BRUNO: En esa fecha sucedió en la especie humana una división evolutiva similar a cuando los dinosaurios comenzaron a desarrollar la capacidad de mantener constante la temperatura del cuerpo como parte de una transición hacia los mamíferos. Los que no lo hicieron han permanecido como saurios y desaparecido, o se han transformado en aves a través de otra línea evolutiva. En 1945, algunos optaron por el camino evolutivo tecnológico, y los otros por el camino evolutivo biológico y espiritual.

PAZ: ¿Podrías desarrollar la idea un poco mejor?

BRUNO: Verás: el mismo año de Hiroshima y Nagasaki, las dos potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial se apresuraron a contratar a los técnicos y científicos responsables en alto grado de la barbarie producida por el nacional-socialismo alemán. Así, en la disputa por este capital intelectual, los norteamericanos ofrecieron mejor paga por los servicios que los soviéticos, obtuvieron los programas nazis de cohetería y salvaron los equipos de misiles producidos en la factoría de Nordhausen. En la oscuridad de las mentes de más de un centenar de científicos mercenarios, Hitler reencarnaba al otro lado del Atlántico, para retomar el sueño de una pequeña corporación intentando dominar el mundo a costa de toda la humanidad sometida al poderío de sus juguetes militares.

PAZ: ¿Y el otro camino?

BRUNO: El otro camino es el proceso inverso al de la fisión de la materia. O sea: el de la fusión de la conciencia, que también por aquellos días se comenzó a desencadenar a escala global. Si la palabra “mundial” hasta entonces había significado la sumatoria de las riquezas de las naciones disputadas por las principales potencias coloniales del hemisferio norte, el término “planetario” va a comenzar a representar la aspiración de unión del globo en pos de un proyecto galáctico y no ya tribal ni nacional. Desde entonces, la guerra fría, la carrera espacial, los ensayos nucleares, los sistemas económicos agresivos planificados en un caso por el Politburó y en el otro por la Reserva Federal Estadounidense con supervisión de los órganos crediticios de fachada internacional... en fin, todos los grandes hitos de la resaca del sueño “tecnosférico”, han corrido en forma paralela a una serie de sucesos verdaderamente evolutivos que aún no han sido valorados con justicia.

PAZ: Por ejemplo...

BRUNO: Sólo por enumerar unos pocos: descubrimiento de los papiros de Qumran, apertura de la tumba de Pacal Votan, determinación de la estructura del ADN, llegada a Occidente de numerosos místicos y filósofos orientales, fundación del Instituto Esalen, puesta en marcha de formas limpias de obtención de la energía, comunicaciones con seres arquetípicos en aumento, conferencia de Bandung, mitología de la Tierra Media, resurgimiento de medicinas alternativas y eco-aldeas, descripción de los complejos sistemas de nagualismo mesoamericano, formulación de físicas multidimensionales, reutilización de la matemática maya de base veinte para cálculos astronómicos, internacionalismo indígena, experimentación con plantas de poder, teoría saltacionista de la evolución, acceso a Internet de las capas populares del Tercer Mundo, desprestigio creciente de la política agresiva de Estados Unidos a partir de Irak, protagonismo de los nuevos movimientos sociales y espirituales, reapertura de las escuelas mistéricas... En rigor, lo que vuestros medios de comunicación siguen transmitiendo como la historia, en realidad, es sólo la inercia de una historia que ya terminó hace casi sesenta giros de la Tierra alrededor del Sol. Es preciso decir que en vuestra época hay tanto por crear y fortalecer que, si yo fuera uno de vosotros, me pondría ya mismo manos a la obra donde más fuerte retumben los tambores de mi corazón.


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