4- Sobre el misterio del dios único y múltiple

 

Iamblichus

-diálogos con Giordano Bruno-

 

PAZ: ¿Qué tal, Giordano? Como quizás se nos haga costumbre, quisiera comenzar este diálogo con algunas dudas que han quedado de nuestra conversación anterior. El punto principal es el siguiente: algunos se han asombrado con tu afirmación de que Dios hiciera el amor. Las otras acciones que mencionaste como correr en la pradera o tocar el sícuri, quizás no parezcan tan cuestionables puesto que, a diferencia de estas últimas, para tener relaciones sexuales se necesita un compañero o compañera, y si Dios es igual a todo el Universo, como vos mismo sostenés, entonces: ¿con quien haría el amor?

BRUNO: ¡Ni que hubiera un solo Universo! ¡¡Ni que a los diferentes universos no les fuese permitido fecundarse entre sí!!

PAZ: Tenía entendido que los que eran infinitos eran los mundos y que el Universo era uno solo.¿Podrías ampliar la respuesta, por favor?

BRUNO: Lo haré. El mundo es igual a lo que llamáis tercera dimensión, aquello que tiene materialidad, el planeta Tierra u otros cuerpos espaciales en sus manifestaciones concretas. El Universo, por su parte, incluye en su composición la materialidad y la inmaterialidad, la tercera y la cuarta dimensión, pero es preciso decir que así como hay infinitos mundos en el Universo, hay también infinitos universos en el Multiverso, e infinitos multiversos en tantas dimensiones de conciencia como seáis capaces de imaginar. No conviene ponerle límites a nada, sino más bien romper la conciencia de limitación a la hora de atraer el amor y la abundancia a vuestras vidas, de un modo tal que podáis transmitirlo a vuestros semejantes. Esto sería un logro de magnitudes incalculables para vuestra especie, pues os igualaría a los dioses a quienes siempre habéis temido y respetado, y os permitiría fundiros eróticamente con aquellas otras divinidades que siempre os han cautivado. Si rompieseis la conciencia de limitación, dejándola ir, asumiríais que la sexualidad de los dioses en nada se contradice con la infinita variedad de mitos de todas vuestras culturas, donde sin duda Zeus, que no ha perdonado ni a los cisnes, es quien mejor ha comprendido tal posibilidad.

PAZ: Está bien, supongamos que en un plano teórico es posible y hasta conveniente dejar abierta la posibilidad de una progresión infinita hacia nuevas realidades de conciencia. Sin embargo, esto sigue sin explicar con quién Dios hace el amor y por qué, teniendo pareja, la ha ocultado durante tanto tiempo.

BRUNO: Dios hace el amor con el ser que más le gusta de su propia creación, igual que vosotros, y el ser que más le gusta de su propia creación hace el amor con él, habiendo correspondencia en el cien por ciento de los casos, pues la ley fundamental de la cuarta dimensión es la perfecta sincronicidad, por lo que allí uno no sólo crea a todos los demás, sino que, exactamente en el mismo instante, todos los demás lo crean a uno, del mismo modo que uno inhala el aire respirado por los demás y, simultáneamente, los demás respiran el aire exhalado por uno, sin que con ello la masa del aire pierda su unidad.

PAZ: Queda una pregunta sin responder: ¿Dios tiene pareja?

BRUNO: En estas épocas, Dios busca reencontrarse con su pareja, pues ha estado mucho tiempo solo, preguntándose que fue lo que hizo tan mal que ya nadie lo ama como un igual.

PAZ: ¿Desde cuando está solo Dios?

BRUNO: Cuando Artajerjes restauró el Imperio Sasánida y el culto monopólico de Ormuz, el verdadero poder quedó en manos de un gran sacerdote-mago. Su nombre era Carter y no tardó en convertirse en juez de todo el Imperio, persiguiendo a judíos, cristianos, budistas, hinduistas y, sobre todo, destruyendo los centros de iniciación babilónicos, caldeos, egipcios, y de casi todos aquellos panteones cuyas divinidades brillaron durante el mundo antiguo. Incluso fue Carter quien ordenó acabar con la vida de Mani, que no transmitía otra cosa más que la esencia común de todos los cultos. Desde una limitada mirada temporal, esto significó un triunfo total del zoroastrismo. Desde un punto de vista cósmico, Ormuz se quedó sin compañeros ni compañeras de juego. Y así, con un Dios sin amigos ni rivales, se instaló el orden mundial que, con unas pocas variaciones, aún persiste hasta vuestros días. Y sí hasta entonces la multiplicidad de divinidades permitía y alentaba el fértil intercambio sexual entre dioses y diosas, hayan asumido o no la forma humana, la tendencia comenzará a ser la de un Dios solitario observando con celo su creación. A este Dios, de más está decirlo, no hay mujer mortal ni diosa inmortal que se le acerque para hacerle una caricia.

PAZ: Puedo imaginar, a partir de tal concepción de la divinidad, las privaciones a las que se sometieron los “hombres de Dios”, hechos a su imagen y semejanza, y hacia donde condujo tal práctica –o más bien la falta de ella- en su expansión hacia los terrenos de la vida cotidiana. A vos que estuviste viviendo en un convento dominico, quería hacerte una pregunta vinculada a todo esto: ¿por qué hay tantos casos de sacerdotes involucrados en asuntos escabrosos relacionados con la sexualidad?

BRUNO: Es que en el inicio, Ormuz conserva aún el deseo de amar sexualmente, pero como vive la ilusión de que nadie está a su altura, le transfiere este deseo, que en un principio era sano y natural, a su sombra, a la parte suya a la que llama Ahrimán; y sólo asumiendo posteriormente la individualidad de éste se permite seducir a las muchachas, que perciben algo raro en su vibración, y se alejan de él. Desde entonces, los dioses monoteístas odian a las mujeres, las privan de su propio poder, y finalmente las alejan del sacerdocio y de los sacerdotes. Ahora bien: la obligatoriedad del celibato sacerdotal es una cosa bastante inadecuada. En general, la gente con un gran ímpetu espiritual posee también un gran ímpetu sexual. De hecho, la espiritualidad no es otra cosa que energía sexual refinada. En el cuerpo energético de un sacerdote, como en el de cualquier otro que no tenga una adecuada preparación para transmutar la enorme potencia contenida en la sexualidad acumulada, toda esa energía reprimida y sin cauce, algún desastre está a punto de provocar.

PAZ: ¿Y qué sucede si uno efectivamente consigue transmutar la energía sexual?

BRUNO: Cuando alguien que sí está preparado llega a un cierto punto de acumulación de energía sexual, lo que ya de por sí es algo raro e inusual, esa misma energía suele magnetizar al compañero o compañera adecuado para recorrer de a dos el camino de las iluminaciones progresivas. Y por lo común, el rechazo de esta oportunidad, no sólo no facilita el proceso de convertiros en dioses humanos, sino que lo retrasa considerablemente, pues en lugar de amar en forma húmeda y placentera a Dios en el otro, compartiendo su iluminación, se pierde en la demasiado humana lucha contra sus propios “demonios”.

PAZ: Muy bien, pero volviendo a tu relato anterior, me llama la atención que hoy en día ya nadie habla del célibe Ormuz.

BRUNO: Es que su lugar fue ocupado por Yahvé, que en los comienzos era su lugarteniente y, si investigas bien en las fuentes del misticismo judío, descubrirás que él sí tenía una compañera para sus juegos eróticos. Pero Yahvé, como sabrás, admiraba enormemente a Ormuz, sobre todo cuando desde los cielos observaba, por ejemplo, la magnificencia de las columnas persas avanzando armadas hasta los dientes por el desfiladero que conducía al santuario de Delfos. Las órdenes estrictas del entonces dios regente, eran las de destruir cualquier recuerdo del misterioso oráculo, que hacía siglos comunicaba a los dioses encarnados como hombres y mujeres, con los dioses por fuera del plano físico. Pero por entonces Yahvé, ya había comprendido que cavaba su propia tumba a la sombra de Ormuz, pues la infinidad de dioses que celebraban los paganos, soñando algún día entrar en el panteón, poco a poco iba dando paso a un solo dios que no era él, y con el que a partir de entonces todos los humanos deberían colaborar, pasándose a su bando.

PAZ: Creo que puedo entender esto último: en una línea que recientemente actualizaría el gobierno norteamericano, todo lo que no fuese Ormuz, el bien, sería el mal, difícil papel que, como decís, le tocó entonces representar a Ahrimán, el primer Lucifer “como dios manda” del que tengamos referencias. Ahora bien, en este esquema: ¿por qué se toleran entre sí Ormuz y Yahvé, dos dioses que paradójicamente se pretenden únicos?

BRUNO: Por conveniencia, pues a diferencia de hoy, los hebreos no tenían entonces tanto poder entre sus vecinos como sí lo tenían los persas, por lo que Yahvé trabajaba para otro dios más poderoso que él mientras en secreto rumiaba su hora, y sí bien puertas adentro nada reconocía fuera de sí mismo y de Lucifer, hacia fuera ungía al rey persa llamado Ciro, a cambio de que éste se comprometiese a reconstruir el Templo de Jerusalén. De hecho, fue Ciro, de apellido semita y no ario, quien inauguró los ataques a las ciudades griegas de Asia Menor y quien permitió el regreso a Judea de los hebreos deportados a Babilonia.

PAZ: ¿Y cómo fue que Yahvé ocupó el lugar de Ormuz?

BRUNO: Es preciso decir que en realidad sucedió lo contrario, pues a los pocos siglos de regir en solitario el mundo, Ormuz ya había experimentado hasta los tuétanos la soledad del poder. Finalmente, cansado de semejante locura, escapó con la mujer de Yahvé. En ese mismo momento, el invasor persa se proponía tomar el Oráculo de Delfos por asalto, pero Apolo, teniendo conocimiento de las luchas palaciegas al interior del monoteísmo, decide entrar en acción, por lo que cientos de peñascos gigantes se desbandan contra la marcha de los persas, convirtiendo su prolija formación en una huída descontrolada en medio del espanto y  los cascos partidos.

PAZ: Por lo visto, estaba escrito que aún no iba a llegar el monoteísmo a Grecia.

BRUNO: Nada estuvo nunca escrito con antelación en ningún lado, pero así fue como sucedió; y si vieses lo hermosa que era la mujer de Yahvé y lo descuidada que estaba, hubieses estado tan confiado como Apolo. No quisiera ser cursi, pero sus labios eran como fresas silvestres, y de su cuello de nácar emanaba una fragancia como de jazmines flotando en el agua dulce de la laguna.

PAZ: Está bien, Giordano, hay cosas peores. Según tengo entendido, el monoteísmo se instaló en aquellas costas recién medio milenio después, y a causa de San Pablo.

BRUNO: Exacto. Y aún así, durante tres siglos más permaneció abierto Delfos, hasta que el último emperador pagano de importancia dejó de reinar sobre Roma, e hizo famosa la frase: “tú has vencido, galileo”. Fue el neoplatónico Jámblico, gran maestro de mi Orden, quien educó también a tal emperador, cuyo nombre era Juliano, por lo que una vez que éste asumió, envió emisarios a Delfos preguntando al Oráculo que era lo que necesitaba para ser restaurado. Pero no hubo caso. Luego de la caída del paganismo, Juliano ascendió y se fue a vivir a las estrellas con los arcturianos, que son algo así como el movimiento estudiantil de la Federación Galáctica. Y así, aunque os parezca increíble, fue a partir de la asociación entre Roma y los continuadores del galileo Sananda, aquel que se había convertido en Dios por derecho propio, que nacería la organización que barrió de Occidente el ancestral conocimiento del Dios interior.

PAZ: Esto es algo que siempre me llamó la atención: ¿por qué Roma se alió con los hombres de Cristo y no con los de su padre Yahvé, o con los representantes de alguna otra religión menos complicada, con menos confusiones trinitarias y de otras índoles?

BRUNO: El paganismo debía ser reemplazado en el Imperio por algún monoteísmo, eso era lo único seguro, pues una multitud de dioses no sugiere un emperador, sino una infinidad de seres autogobernados conviviendo entre sí. ¿Pero reemplazarlo por qué otra cosa? En los años que median entre el sacrificio de Sananda en la cruz y la oficialización de la Iglesia, Roma se vio invadida por una oleada de religiones orientales: mitraísmo, maniqueísmo, judaísmo, cristianismo..., y aunque el judaísmo mantiene en general una buena relación con el Imperio, la dinámica cultural hebrea elige permanecer adscripta a un antiguo orden mundial, que ni siquiera el poder romano va a conseguir alterar. Superada la sumisión a Ormuz, no acepta Yahvé caer en las manos del Cesar. Cuando éste impone su calendario juliano, la jerarquía rabínica da un paso al costado. Más aún: teniendo un amplio conocimiento de lo que significa un calendario propio, el segundo rabí de nombre Hilel establece el aún actual año hebreo, tomando como punto de partida la creación del mundo según Samuel, en un acto de autoridad cultural de tal magnitud, que el cristianismo no fue capaz de animarse a realizar algo similar hasta mis tiempos de filósofo.

PAZ: ¿Y las otras religiones orientales que mencionaste? ¿Por qué Roma no las atrajo para sí?

Las otras religiones no tendrían prácticamente chances de convertirse tampoco en el culto oficial del Imperio, ya que el maniqueísmo pregonaba con excesiva tolerancia la unión de todas las religiones; y el mitraísmo, por su parte, hundía sus raíces en los misterios de iniciación, y a estas alturas Roma ya no necesitaba más dioses que iniciasen a sus adeptos, sino alguno que facilitase la dominación de sus súbditos. Sin embargo, identificado con el dios Sol, del culto de Mitra habéis tomado la celebración de su fiesta anual el 25 de diciembre. Así, Roma se hizo cristiana por descarte, ya que podéis estar seguros que no había melodía salida de los labios de Sananda, que el sanguinario Constantino pudiese apreciar.

PAZ: Pero aquí es donde aparece Jámblico ¿Verdad?

BRUNO: Así es, gracias a este hombre sabio nacido en la isla de Eubea, es que durante más de quince siglos han permanecido entreabiertas, para aquellos que tuvieron voluntad de buscar, las ventanas a dimensiones superiores.

PAZ: ¿Sabés? Luego de que me dijiste que el título de esta obra que estamos escribiendo en colaboración sería un homenaje a Jámblico, estuve investigando y descubrí que efectivamente este director de la escuela neoplatónica del siglo IV escribió “Sobre los misterios”, donde estudia las escuelas de iniciación caldeas, asirias y egipcias. ¿Por qué decís que él fue el gran maestro de tu Orden?

BRUNO: Porque él es quien guía a muchos de nosotros a través de los siglos, pues viendo el ocaso del conocimiento mágico pagano, se ocupó de recopilarlo, intentando conservar tal saber para cuando llegasen mejores tiempos, presentando y describiendo en detalle la enorme variedad de dioses, demonios, ángeles, genios y arquetipos de todas las culturas, para pasar luego a explicar los innumerables métodos para entrar en comunicación con cada uno de ellos. Todo esto con el objetivo de que los humanos os elevéis hacia vuestra divinidad favorita, unáis vuestras almas con la suya, y os hagáis semejantes a él por estar continuamente en su compañía. Este proceso es lo que hoy conocéis como ascensión, y es preciso decir que las consecuencias de su acto son monumentales, ya que quien es por fin su propio Dios, por definición crea su propia realidad. Como sabe que los demás también lo son, los ama en tanto creadores y regentes de los otros infinitos universos coexistentes. Este es el sentido real del paganismo iniciático: volveros tan divinos como aquel que amáis.

PAZ: ¿Qué le ocurre a aquellos que no se igualan a Dios? ¿Acaso nunca son dueños de su destino? Estas son preguntas que no quisiera que quedaran sin responder, ya que hay muchísima gente que no está dispuesta a admitir ningún proceso de ascensión que no incluya a todos los integrantes de la humanidad.

BRUNO: Quien cree en un dios externo y común, participa sólo de una realidad externa y común, y sí tal dios no acepta a nadie más en el panteón, odiará y perseguirá a quienes se pretendan divinos. Por lo mismo, negará la posibilidad de un Multiverso construido a partir de la confluencia de distintas realidades universales. Tal ha sido el paradigma de los últimos siglos, por lo que debéis agradecer a aquellos hombres que han encarnado la oscuridad, pues gracias a ellos, a la oposición y los desafíos que ellos han creado, nosotros hemos podido ir templando nuestro espíritu. Ese ha sido su papel en tanto dioses dormidos. De hecho, si yo no hubiese estado encerrado tantos años, pienso que quizás me hubiese convertido en alguno de aquellos charlatanes que todavía hoy gobiernan las universidades, sin vivir nada del conocimiento que transmiten. Pero no os alarméis: ¡¡hay buenas noticias!! Esos tiempos para los que Jámblico compiló su saber, esos tiempos benditos... por fin ha llegado. Y por suerte, los dioses y las diosas nunca se han ido de aquí. Ellos sólo han olvidado su identidad durante unos pocos siglos, mientras han estado disfrazados de quienes vosotros mismos habéis creído ser. Y en este caso, puesto que debéis devolver el favor de ayudar a iluminar a quienes han estado encarnando la oscuridad, estoy hablando de un despertar en forma colectiva para toda la humanidad.

PAZ: ¿Podés garantizarlo? ¿Pondrías las manos en el fuego por esto que decís?

BRUNO: Querido amigo, pondría el cuerpo entero. Esta es nuestra mayor alegría aquí en la quinta dimensión: saber que en cientos de años, nunca Ormuz ni Yahvé permanecieron solos en estos cielos, ni nunca Dios Padre fue tan mezquino como para enviar un solo hijo a la Tierra. De hecho, el viaje interno que compartimos todos los buscadores y difusores que en Occidente intentamos ir más allá de lo que nuestro tiempo nos permitía, es el retorno humano a lo divino, que una y otra vez ha seguido siendo planteado desde mi muerte y ascensión, por gentes de las más diversas culturas y confesiones, sin temer nunca a la muerte ni a las persecuciones, pues en todos los casos previamente habíamos establecido una comunicación vía discado directo interno con Dios, saboreando, en tales locutorios, el incomparable sabor de la inmortalidad.

PAZ: De acuerdo. No sé por qué, pero me inspirás confianza. Antes de seguir: ¿te molesta que te haga, así como está sucediendo, una pregunta tras otra?

BRUNO: Para nada. Me encantan los interrogatorios.

PAZ: Bien. Entonces continuemos: ¿qué papel juega el descubrimiento de América en todo esto que me estás contando?

BRUNO: Durante el Medioevo, el cristianismo luchó incansablemente contra el paganismo popular, que subsistió entre las capas más bajas de la población europea a través de los cultos de fertilidad de la tierra y de la adoración de infinidad de dioses locales. Sé lo que os digo, pues he vivido en carne propia, en espíritu propio, estas celebraciones cuando en el siglo XIV encarné en Lituania como sacerdotisa de la diosa telúrica Zemyna. Pero por más que edificase sus iglesias sobre los antiguos lugares de poder, Yahvé siempre supo que antes, durante y después que él, no dejarían de surgir divinidades en cada bosque y en cada poblado. Imaginad el horror que sintió entonces, al enterarse que del otro lado del ancho mar, aún había más templos que sepultar, más dioses para convertir en demonios, y más paganos para evangelizar.

PAZ: Al lado de la multiplicidad de dioses, entonces: ¿qué peligro habían representado realmente la diferentes creencias monoteístas? ¿Por qué las Cruzadas? ¿Por qué las conversiones en masa y las expulsiones de judíos y de árabes?

BRUNO: El peligro fue que a través de estos últimos infieles, excesivamente tolerantes con los paganos, el conocimiento de la divinidad interior consiguió subsistir con la terquedad de todas las grandes conquistas espirituales del hombre. ¿No era acaso la propia palabra “mística” -de la que muchos cristianos eran adictos- una referencia a los iniciados en los misterios griegos? ¿Es qué acaso ahora se llamaban “códices” los nuevos tratados que daban cuenta de los iniciados yucatecos en los misterios del dios serpiente emplumada Kukulkán, síntesis entre lo terrenal y lo divino? ¡Dios! ¿Cuándo sería posible erradicar tanta competencia? Y es qué, por más que se construya un embudo del tamaño de una catedral, nunca conseguirá acaparar para sí, toda la lluvia del mundo.

PAZ: Nolano, estoy escuchando atentamente todo lo que decís, pero aún no entiendo como hago para resolver semejante contradicción. ¿Hay un infinito Universo al que puedo identificar con Dios y que todo lo abarca, incluyéndome a mí, o más bien cada uno es el Dios creador de ese mismo Universo infinito? Simplificando: ¿Dios es uno o es múltiple? ¿Soy parte de Dios o soy él mismo?

BRUNO: Eres ambas cosas, por lo que es preciso decir que de esta contradicción sólo saldréis saliendo de Aristóteles. Hay muchas lógicas, tantas lógicas como infinitos mundos posibles. La imposición de una de ellas, en este caso la aristotélica, sobre todas las demás, ha sido simplemente el arma simbólica con el que “los dioses únicos” ha gobernado el mundo desde la cuarta dimensión. Ahora bien, estos dioses “de cuarta”, como diríais en Sudamérica, sólo están viviendo su realidad cuatridimensional de ser dioses creadores de universos, en cuyas regiones inconscientes muchos jóvenes dioses herederos crecieron amamantados por cabras y por lobas; y estos dioses, que no son otros que vosotros, ya habéis devenido adultos, volviéndoos por lo mismo capaces de hablarle de igual a igual a Dios Padre, sabiendo, además, que seguiréis vivos una vez que aquel haya desaparecido.

PAZ: ¿Cómo se ve aquella dimensión, la cuarta, desde tu foco de observación?

BRUNO: Para nosotros, que somos seres de quinta, quienes somos allá en la cuarta dimensión es apenas un sueño, una película que cada tanto interpretamos cuando deseamos ralentizar nuestras vibraciones, a fin de ponernos en contacto con aquellos de vosotros que estáis participando conscientemente del proceso de ascensión. Por ejemplo, yo jamás podría comunicarme contigo sin hacer previamente una parada en la cuarta dimensión, del mismo modo que alguien que se asoma desde la ventanilla de un tren en movimiento, no podría tampoco comunicarse correctamente con alguien que está en tierra firme, si antes no se apea en el anden. Ahora bien, tampoco podría hacerlo si se apea en el anden, y quien está en tierra firme permanece en su casa mirando televisión, por lo que muchos de nosotros hemos esperado que el proceso de ascensión se pusiera en marcha, para establecer efectivo contacto con vosotros.

PAZ: Por lo que voy viendo, la información que estás emitiendo es bastante variada: ¿de qué forma podemos integrar la meditación con el legado de los mayas, y ahora con esta otra acerca de la restauración de la mitología de todos los tiempos y lugares?

BRUNO: Considerad lo siguiente: en la meditación luchan por vuestra atención dos factores: la respiración, que os habéis propuesto como objetivo observar, y el pensamiento, al que decidís ignorar y con el que soléis pelear. Ahora bien: tened esto presente: el pensamiento es vuestra divinidad. Al hacerlo consciente, reconoceréis en su textura todo aquello que luego tomará cuerpo en la realidad que os circunda. Esta toma de conciencia es similar al arribo a la cuarta dimensión. Allí, como dijimos en nuestro último encuentro, el conocimiento del calendario sagrado Tzolkin os será de gran utilidad, pues haréis consciente tal sector del Universo donde sois creadores, con la alegría extra de que podréis compartir tal misterio con otros dioses que también lo utilizan.

PAZ: ¿Y la respiración? ¿Acaso debemos olvidarla?

BRUNO: La respiración es también la divinidad, pero ya no la vuestra, en el sentido de que no es ya una divinidad individualizada. La respiración es Dios en estado neutro y colectivo, el movimiento doble del aire a través del cual estáis en contacto y compenetración constante con el elemento universal, la quinta dimensión, el ser sin nombre ni tiempo ni deseos ni voluntad, aquel que simplemente es, regocijándose de serlo, aquel que se extiende hacia el infinito a través de la materia interestelar del amor universal. Quien respira y hace consciente su respiración, comprende que todo fue, es y será siempre absolutamente perfecto. Obviamente, los únicos que no aceptan esto son vuestros propios pensamientos, emanaciones de los dioses individuales que sois en cuarta dimensión y que, al tener su propia idea de la perfección, se entrometen para modificar una realidad que ya de por sí es perfecta. Pero esto también, a su modo, es completamente perfecto.

PAZ: La mayor dificultad en tu sistema, querido Giordano, parece ser entender exactamente quienes somos en cada dimensión, y como se relacionan entre sí y con el resto del Universo cada una de estas partes. ¿Podrías esquematizarlo un poco mejor?

BRUNO: Por supuesto: para alguien tan barroco como uno, la vuestra es una buena sugerencia. Toma en cuenta esto: la cuarta dimensión es la realidad interior, el mundo simbólico, todo aquello que conocéis en este Universo con la única condición de que no posea materialidad. Una vez materializado, tal elemento penetra en la tercera dimensión. Simultáneamente, como acabo de describiros, cuando alguien de tercera dimensión se ancla en el presente, penetra en las dimensiones superiores, pues este presente siempre es nuevo, fresco, renovado, por lo que podéis decir que estáis entrando en un territorio completamente inexplorado hasta entonces. Por decirlo de una manera por fuera de la lógica aristotélica: saliendo de la tercera dimensión se crea la cuarta dimensión, y emitiendo deseos en la cuarta dimensión, se crea la tercera dimensión, formándola e informándola. De esta manera, en cuarta y en tercera dimensión sois, respectivamente, soñador y soñado, creador y criatura. Ahora bien, desde una perspectiva de quinta dimensión, aquí donde ya sois entidades colectivas, se observa que tercera y cuarta son dos realidades paralelas, una de las cuales envuelve a la otra como una galería de arte, o más bien de espejos, lo hace con una exposición de pinturas, o más bien de reflejos.

PAZ: ¿Para crear la realidad, en tanto dioses que somos, es necesario conocer los mecanismos mediante los cuales tal creación de la realidad sucede?

BRUNO: No necesariamente, ya que cuando un deseo es sincero, profundo, y preferentemente útil, automáticamente se activa, en el sentido de que a partir de allí entra a funcionar esa serie de eventos que desencadenarán, en algún momento, su materialización en la tercera dimensión. También los deseos viciados se manifestarán, y los temores, pero en ese caso uno será capaz de eliminar pueblos enteros antes de asumir su responsabilidad en la creación de una realidad que teme o detesta. Las dudas, en general, se materializarán de dos formas contradictorias o, al verse atascadas, no se materializarán en absoluto.

PAZ: ¿Y sí tengo la certeza de que algo sucederá, y luego efectivamente no ocurre?

BRUNO: Vuestra meditación os dará la respuesta, pero considera que todo lo que no ocurrió cuando tú lo empujabas, fue simplemente debido a que tenía que aparecer cuando su potencial de oportunidad estuviese maduro. Ese potencial, por supuesto que no depende de nada exterior a ti, pero sí debido a que aún no has hecho consciente una parte tuya que envuelve a todas las demás. Hazte consciente de todo a tu alrededor... y el Universo, tal como es, te será revelado en su simplicísima perfección.


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